Sobre política

Soledad Díaz Sánchez
Militante de IU Torrevieja

Con pena comienzo a escribir estas líneas al ver qué mal considerada está la política, como si fuera algo degradable en la vida de las personas que la ejercen y que se comprometen con ella.
Para mí, política es todo: desde que nos levantamos estamos rodeados de hechos políticos, y aún los que la desprecian o se vanaglorian de no gustarle, están haciendo política y muy mala, por cierto, porque es derrotista, cómoda y dejando que la hagan muchos de los que llegan a ella sólo con el afán de que les sirva para sus intereses particulares. Que es verdad que hay personas que llegan a las instituciones en nombre de partidos políticos, como si fuera un negocio donde las ganancias mayores han de ser para ellos; y que buscan los halagos y el poder para esto, también lo sé.
Pero, para reconocer esta parte que por desgracia existe, no hace falta decir que «todos los políticos son iguales» y que «todos van a lo mismo», porque creo que debemos ser lo suficientemente inteligentes y diferenciar a unos de otros. Los hay también que se han presentado a representar a otro gran número de ciudadanos, con el afán de trabajar por que se consiga tener una mejor calidad de vida para todos, defendiendo que no haya tantas desigualdades, que se aprovechen mejor los recursos que nos da la naturaleza sin agotarla, que se tenga solidaridad con los más débiles y, en fin, una serie de valores honrados, que son más duraderos y que se transmiten a las generaciones venideras para un mejor porvenir. Ésta es otra política y otros los políticos que la defienden, exponiéndose muchas veces a perjuicios personales; y que cuando dejan el cargo que representaban en la política o en las instituciones durante años, muchos de ellos vuelven a sus puestos de trabajo anteriores para seguir viviendo.
Una política obedece siempre a una ideología, y cuando ésta no existe, tal vez resulte muy brillante de momento, por eso van a parar a ella muchos de los que su único ideal es medrar como sea, «arrimándose al sol que más calienta». Así han venido muchos individuos a la política, como se está viendo.
Estamos viviendo también la crisis a la que nos han llevado los egoísmos de un sistema que favorece precisamente a los que sólo miran por sus intereses particulares, engañando a la mayoría de los ciudadanos con la «fórmula» de que ésa era la forma de que hubiera trabajo para todos y que tuvieran coches, segundas viviendas y otras muchas cosas muy por encima de las necesidades y las posibilidades económicas de cada uno, como si en esto consistiera la felicidad. ¡El consumismo! Y si no se llegaba a últimos de mes con lo que se ganaba, ahí estaban los bancos con las hipotecas para prestar lo que faltara, que ya se pagaría a lo largo del tiempo, con creces. Eso forma parte también de la misma política del sistema, a lo que han contribuido políticos que están de acuerdo con esa idea, ayudados por los que a su alrededor buscan que les lleguen a ellos también los beneficios. Pero esto tiene un límite y es que llega un momento que no se puede consumir más y se acumulan los stocks, lo mismo de viviendas que de coches, etc. Entonces los señores que se han enriquecido con el esfuerzo de los demás se retiran con sus grandes ganancias, cierran los negocios y ahí se quedan los trabajadores con las deudas adquiridas, cada vez más agobiados por las premuras de los pagos, los embargos, etc.
Esto no es nuevo. En el curso de la historia, estas crisis se han dado cada una cantidad de años más o menos larga. La mayoría de las veces las han resuelto provocando guerras donde se destroza a mansalva cosas que hay que volver a construir, matando a una gran cantidad de personas, con lo que hay menos manos para el trabajo y menos paro, como es natural cuando después haya que volver a reconstruir lo destruido. ¡Y dicen que «siempre ha sido así»!
Pero no tiene por qué ser así ahora, en el siglo XXI. Hay conocimientos científicos y medios para que sepamos que otras soluciones son posibles, que se puede mejorar la economía y dar mejor calidad de vida no sólo a nosotros, sino a muchos millones de personas más y con ello más felicidad a todos. Por eso no hemos de tener despego y desprecio por la política, sino informarnos y escoger bien la política y los políticos que trabajan por lo que queremos para nosotros y para los demás: que sean honrados, honestos, que les podamos pedir cuentas y que nos las den con claridad. Y no dejarlos solos, ayudarlos en lo posible, que con un poco de atención y esfuerzo por parte de todos sí que haremos una democracia participativa de verdad.
Tranquilos, que hay políticos que merecen nuestra confianza y la política es algo grande que rige nuestras vidas. Solo hay que saber escoger, tener una idea, una ideología solidaria, más igualitaria, justa, por la paz, que no tienen los que miran nada más por sus estómagos e intereses.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*