La moraleja del alacrán : Un simple relato para nuestro siglo XXI

Anónimo

Me queda tan sólo un par de líneas para completar esta crónica que he comenzado de pies a cabeza y tendré que reducirla para que se acomode al número de cuatro patas del alacrán que las corona con dos pedipalpos en forma de pinzas y un aguijón posterior.
Comparando la historia del alacrán, un arácnido venenoso, cuyos registros de fósiles le dan millones de años de supervivencia, tiene este nombre de origen arábigo para denominar al temible ”scorpio” que lograra ocupar una hornacina entre los símbolos estelares del zodiaco. Su perfil etimológico parece proceder del hebreo “acrab” animalejo ponzoñoso en síncope lingüístico con el artículo árabe “al”. Por otra parte ocupa un lugar privilegiado en las antiguas leyendas que han resistido el paso de los siglos pues pasaron a las inscripciones de las piedras que ahora leemos como símbolos de perpetuidad.
“El entramado de toda la historia del hombre es un breve paseo entre sus orígenes y las momias” había dicho Marco Aurelio, relacionándola sin duda con la longevidad de muchos animalejos que resisten el paso de los tiempos. Lo sorprendente es que muchos de los relatos referentes al alacrán nos hayan llegado por vía oral sin estar ni escritos ni esculpidos, pero cuyos detalles nos acercan a culturas primitivas que se resistían a desaparecer gracias a su ingenuidad pues nos hacen recordar a la vida en su desarrollo inicial. Me he perdido entre las redes interconectadas electrónicas para acceder a la leyenda más primitiva del alacrán que reproduzco en sus líneas generales: Érase una vez un hombre que vio a un animalejo dentro de un charco de agua y en peligro de ahogarse y lo rescató, pero el alacrán le clavó su aguijón. Poco después lo volvió a ver igualmente anegado en el cieno y lo volvió a sacar a pesar del peligro de que le picara. Uno de los presentes le preguntó si lo volvería a hacer y la respuesta es una de las moralejas más sorprendentes que he oído en mi vida. “Por supuesto respondió el caballero. El aguijón venenoso del coleóptero es su técnica de supervivencia y la del hombre ha de ser aprender a respetar otras formas de vida”
Y yo con frecuencia me pregunto al escribir estas crónicas sobre la validez de hacer que otros piensen que es lo único que justifica a la filosofía, teniendo en cuenta que las historietas descabezadas que nos encandilaban de pequeños y ahora las series interminables de comics nos harán pensar que nuestra supervivencia en la vida se salve a pesar de tantos naufragios, pensaba Noel Clarasó i Serrat.

HECHOS Y DICHOS
El que no valore la vida no se la merece. Leonardo da Vinci

ES UN DECIR
La vida es sencilla por lo que se desvanece cuando pierde su simplicidad

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