Torrevieja: una ciudad malograda

Roberto Barrios Gómez-Valadés
Vecino de Torrevieja y militante de Izquierda Unida

Parece que Torrevieja ya supera los cien mil habitantes inscritos como residentes permanentes, a los que hay que sumar otros cuantos miles temporales, esto en los meses no considerados punta; en julio y agosto, los residentes pueden rondar los 500/600 mil. Esto es posible gracias al enorme crecimiento urbano desarrollado en los últimos doce o trece años. Este crecimiento claramente especulativo ha sido posible por varias razones, de las cuales no han sido las menores, primero la sentencia del Tribunal Constitucional 61/1977 derogatoria de la anterior Ley del Suelo 1990/92, favorable a las comunidades autónomas, reduciendo la capacidad del Estado para intervenir en la administración del suelo, y segundo, la Ley 6/1998 de Régimen del Suelo y Valoraciones, aprobada el 13 de abril por el Gobierno de Aznar. Con esta ley, quedan las CCAA y los ayuntamientos con las manos libres para disponer del suelo con total libertad.
Estas leyes y la necesidad de financiación de los ayuntamientos han puesto las bases para el bombazo ladrillero y el crecimiento económico en burbuja, desencadenante de la crisis que ha llevado al paro a cientos de miles de trabajadores en el Estado español.
En nuestra comunidad autónoma se destruyeron miles de puestos de trabajo en el campo y la industria que fueron absorbidos por la creciente demanda de la construcción de viviendas, lo que a la larga ha causado más daño que en otras comunidades y regiones. Aquí, en la Comunidad Valenciana, la especulación propició que miles de hectáreas de huerta fueran tragadas por el ladrillo y el hormigón. Esa especulación produjo, no cabe duda, un crecimiento económico que el gobierno de la Comunidad, primero con el sr. Zaplana y más tarde con el glamouroso sr. Camps, en vez de potenciar el mantenimiento y desarrollo de la industria Valenciana, ha empleado en el despilfarro ornamental, con la sospecha de haber propiciado pingües beneficios para los gestores.
Digo en el encabezamiento que nuestra ciudad está malograda y eso no ha sido por casualidad, sino por causalidad. La causa del desastre urbanístico en Torrevieja habrá que buscarla en la fatal gestión municipal llevada a cabo por el gobierno municipal del PP. Se ha recalificado suelo sin ningún orden, contemplando únicamente el mayor aprovechamiento de superficie edificable y vendible de viviendas de bajo presupuesto, para atraer a compradores españoles y extranjeros, de escaso poder económico, pero ansiosos del buen clima, lo que ha convertido a Torrevieja en un gigantesco geriátrico. Las urbanizaciones de bungalows con piscinas comunales crecieron y se extendieron ocupando el suelo rústico. Hubo suelo para el comercio de grandes superficies aunque no lo hubiera para otras necesidades sociales, las calles crecieron en longitud y altura de sus edificios y la población creció y creció de forma geométrica durante estos pocos años.
Lo que no creció con la misma rapidez fueron las dotaciones asistenciales y las plazas escolares de calidad. Tampoco se ha logrado demasiado en cuanto al bienestar social; los parques y jardines no han merecido atención municipal, el transporte público es muy deficiente, con una frecuencia de paso de más de una hora, y la limpieza viaria, en manos también de una empresa privada, tampoco brilla por mantener la ciudad muy limpia. Pero, sin embargo, sí se ha despilfarrado en ornamentos; se ha creado un premio literario, para mayor gloria del Gobierno municipal del PP, dotado con 485.000 euros más gastos de edición, todos los años desde 2001 hasta hoy, un dinerillo. Además, se ha reconstruido el pailebote «Pascual Flores», que también ha costado un pico, y no olvidemos la «Catedral», magnífica muestra de la más hermosa arquitectura naïf, aunque la obra no tenga nada de ingenua ni inocente. También tendremos próximamente un magnifico campo de rugby, deporte torrevejense por excelencia y un monumental museo de Semana Santa, aunque nuestros escolares sigan en «barracones» y nuestros niños y niñas de 0 a 3 años no tengan ningún centro público donde puedan ser escolarizados.
Esta ciudad no se distingue precisamente por su calidad de vida, y eso todavía se podría mejorar algo, pero no con un Gobierno municipal que no aprecia a su propia ciudadanía e intenta contentarla con fiestecillas y paellas en algún día señalado. Claro que también es cierto que, cuando la oposición de izquierdas le propone alguna solución para mejorar las condiciones de la ciudadanía, enseguida la acusan de querer implantar un régimen soviético para Torrevieja o que los concejales de IU son enemigos de su propio pueblo.

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