Domingo Pérez Gutiérrez
Secretario de Organización PSOE Torrevieja
Cuando se toma la decisión de intervenir en la política de una manera activa con la intención de influir en las decisiones que se tomen en relación a mejorar la convivencia de los ciudadanos (siempre debería ser para esto), y no se está gobernando, uno ve cosas que haría de forma distinta a como se hacen, lo cual me parece normal. Si uno es sincero y no practica el autoengaño, incluso reconoce las cosas buenas que seguramente hacen todos los que en un momento u otro están mandando. Y si de verdad es buen político será capaz de incluir estas cosas que reconoce como buenas cuando tenga la capacidad de poder decidir en sus manos.
Pero de pronto, como me ha sucedido a mí, todo este «look» de raciocinio se te viene abajo, toda la comprensión de juego político se te derrumba y se convierte en pura indignación cuando, en el televisor, te enfrentas a las imágenes de esos ciudadanos y ciudadanas pasando uno tras otro delante de las cámaras para recoger la «paguica».
Se me podrá tildar de exagerado. Me arriesgo a ello. Pero, para mí, estas imágenes son una indignidad. No por parte de las personas que recogen el sobre con un dinero que seguro les hace mucha falta y les ayuda un poco en su situación, sino por los que son capaces de organizar un acto así con esa falta de sensibilidad y con ese desprecio por la dignidad y el orgullo de los demás.
¿No hay otra manera, señores del PP? ¿Es necesaria esta exposición en la plaza pública de las necesidades de estos ciudadanos? ¿Han pensado en ellos y en lo que piensan de este acto? ¿Se han puesto en su lugar? ¿Merece la pena el supuesto beneficio electoral?
Mil preguntas más se podrían formular, pero la respuesta a esta forma grosera de actuar es sólo creer que les beneficia, que es una buena publicidad. El coste no importa, y si éste es en «sensiblerías», mucho menos.
Mi postura está clara: No a estas exhibiciones, no me parecen dignas. Toda la ayuda posible para el mayor número posible de personas, pero sin sacrificar nada, ya que, en definitiva, es la obligación de los que mandan mejorar las condiciones de todos. Y mucho menos por un hipotético puñado de votos.
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