Generación NI-NI: Ni estudian, ni trabajan, pero…

La Sexta, esta tele que desde que se creó va de «progre», con esos programas que dicen ser «azote» de la derecha pura y dura de nuestro país, y que se autoproclaman paladines de la televisión de calidad, con programas de dudosa ídem, como «El intermedio» o «Salvados», y que juraba y perjuraba que, en aras de sus principios, nunca emitiría programas basura, tipo «Gran Hermano», se marcaron un lanzamiento a la piscina, con tirabuzón incluido. Están emitiendo desde hace cuatro semanas un «reality show» de lo más zafio. El título del engendro es «Generación NI-NI», donde un grupo de jóvenes, de no se sabe qué estamento social, tienen como mérito es llevar la etiqueta «NI-NI» (ni trabajan, ni estudian, ni hacen nada de sus manos). Han sido debidamente seleccionados entre lo «mejorcito» de cada casa para, durante una temporada, permanecer en una morada, donde se les va a intentar adiestrar como si fuesen fieras de circo. Pero los chicos les han salido respondones y valgan dos ejemplos, un «cebollino» de nombre Adán, que hace honor a su nombre (por «adán»): es gordo (con respeto a todos ellos), gandul, protestón, maleducado… «un cromo». Se pasa el día sesteando y ha sido designado en el último programa para limpiar la casa y facilitarles la comida al resto de la casa mientras trabajan, y ¡si quieres arroz! (más pavo que arroz). Cuando suena el despertador, los tacos se oyen hasta en Portugal. Otros han sido instruidos en una granja de avestruces, y, como en vez de trabajar lo único que hacían era entorpecer el trabajo, sembrando de porquería todo lo que tocaban, e incluso plantando cara al capataz a la hora del trabajo, se les ha dado la «boleta» y que sigan su vida. Punto y aparte merece el tema de «ni-ni», para lo malo, porque para pegarse unos lotes de arte y ensayo, y saciarse «polveando» todo lo que se menea, no hay hartura.
Pobres padres, quizás sean el reflejo de otros muchos que ven la realidad de parte de la juventud actual, y que se les caerá la cara de vergüenza ajena al ver a sus «retoños», cuya única ecuación que, por lo visto, han asimilado es la básica de cualquier animal de cuatro patas: comer, dormir, engordar, f… y morir.

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