Esto no tiene nombre nº 419

¡BRAVO, CARNAVAL! Eso… eso… eso sí es un Carnaval. Felicitaciones y agradecimientos a todas las personas que se esfuerzan, trabajan y disfrutan de algo enteramente nuestro como es este maravilloso espectáculo. Pero dejo esto para pasar a lo que me ocupa esta vez.
A estas alturas de la «película», deberíamos conocer ya las teorías que nos hablan sobre lo inadecuado que está resultando el uso de cualquier tipo de fuerza, ya sea disciplina, la autoridad, el dogmatismo, la ofuscación ideológica, la tiranía de la opinión pública o la necesidad de ejercer un empleo que no se soporta. Los peores de todos estos factores son aquellos que frustran o alteran el impulso fundamental del hombre, que precisamente es el que se manifiesta a través de la conciencia en el ámbito de la moral; y que pueden causar un daño en dicho impulso interior del que jamás se recupere.
«Para llevar una vida buena, se precisa una determinada clase de amor propio; para conservar su integridad, un hombre no puede sentir una absoluta frustración interior, sino que ha de sentir el valor, la esperanza y la voluntad de vivir lo mejor de sí mismo, con independencia de aquellos obstáculos externos o internos que pueda encontrar. En la medida en que dependa enteramente de él, su vida se desarrollará en los mejores términos si goza de tres cosas: impulsos creativos en vez de posesivos, reverencia hacia los demás y respeto por ese impulso fundamental de sí mismo.
Las instituciones políticas y sociales han de ser juzgadas por el bien o el daño que causan a los individuos. ¿Estimulan la creatividad más que el afán de posesión? ¿Encarnan o promueven un espíritu de reverencia entre los seres humanos? ¿Garantizan el respeto hacia uno mismo?
En todos estos aspectos, las instituciones que rigen nuestras vidas están muy alejadas de lo que deberían ser en realidad».
Todo esto no lo digo yo, lo escribió en 1917 Bertrand Russell en su libro «Ideales Políticos». Todavía esta por desarrollarse el espíritu pacífico y el cooperativismo internacional, única vía para un mundo sostenible, a la que yo digo AMÉN.