Sir Arthur Evans
Cavando, escarbando en mis recuerdos, me he perdido en la infinidad de callejones sin salida de mis memorias para crear esta crónica ficticia de las que afectan tanto o más que las reales, ya que son capaces de introducirnos en el laberinto de lo vivido, como cuando, con ocasión de mi cumpleaños, la música de las Cuatro Estaciones de Vivaldi lograba dar sentido a mis 79 años de vivencias a las que temía aproximarme.
Pero no dudé en bajar por la red las crónicas de Sir Arthur Evans (1851-1941) sobre los misterios de aquel laberinto que más que de Creta parecía de todas las antiguas civilizaciones, palpitando aún en monedas arcaicas, mosaicos y pavimentos antiquísimos, e incluso en decoraciones indias, pues su etimología parece dudosa sobre si su origen es o no mediterráneo, aunque parezca reflejar el pavimento sin salida de nuestra historia que no acaba de estabilizarse en un tablero de pacifismos con demora. Y volví a recordar el mito del toro en el cuadro de Pablo Picasso, un tablero gigante que se expone en el Reina Sofía, tan frágil como la paz que contornan sus astas de lidia retorciédose en quejas por la destrucción del lugar sagrado de los vascos, un Guernica que todavía sigue siendo el rompecabezas de un laberinto sin salida. Y Eugenio D’Ors precisaría que, entre los europeos, la guerra resulta siempre ser civil.
Las últimas diatribas sobre la lidia entre el hombre y la bestia de las crónicas taurinas no parecen lanzar luz sobre el sentido misterioso de las crónicas de Evans sobre las ruinas de Knossos en Creta. Y, sin seguir a Gulliver, sino más bien perdiéndonos en nuestros propios recuerdos para ver de darles sentido, pensaba que la liana que guió a Teseo por el laberinto hasta liberar a Ariadna sería más bien contra la bestia imaginaria de nuestros recuerdos, pensando que Jenofonte, cronista de las batallas en el Peloponeso, si bien discípulo de Socrates, nos avisaba que: «en las guerras, ninguno de los beligerantes sale ganando».
HECHOS Y DICHOS
«Un combate es la mejor escuela del cirujano». Hipócrates de Quíos
PROVERBIO ANTIQUÍSIMO FRANCO
En tiempos de paz se cuelga a los inicuos, en la guerra se les honra.
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