Sanidad pública y gestión privada

Roberto Barrios Gómez-Valadés
Vecino de Torrevieja y militante de Esquerra Unida-IU

El ciudadano D. Juan Carlos de Borbón y Borbón ha sido intervenido quirúrgicamente en un pulmón para extirparle un nódulo encapsulado y en avanzado estado de calcificación. El reconocimiento se realiza el día 27 de abril, y el ingreso del monarca en el Hospital Clínic de Barcelona y la intervención, de casi tres horas, tienen lugar el día 7 de mayo. El día 11 le vimos, gracias a la televisión, salir del Clínic muy recuperado, gastando bromas con sanitarios y periodistas al más puro estilo borbónico. El monarca, en su agradecimiento a todos, no olvida elogiar el sistema sanitario público «de Barcelona y Madrid» (entiendo que ha querido decir de toda España). Dijo que nos teníamos que sentir orgullosos de nuestra Sanidad Pública y yo estoy totalmente de acuerdo en eso. Pero, después de alegrarme de que el ciudadano Juan Carlos de Borbón se haya recuperado de su dolencia, debo decir lo siguiente: no todos los usuarios de la Sanidad Pública reciben el mismo trato que el monarca; no desde luego los pacientes de la Comunidad de Madrid ni de la Comunidad Autónoma Valenciana y, para muestra, mi propia experiencia con la sanidad pública gestionada por el capital privado puesto en marcha en Torrevieja y presentado como ejemplo modélico por el PP y parece también aceptable en algunos sectores del PSOE.
Un caso como ejemplo: el mío, que, el 28 de agosto de 2009, el ambulatorio que me corresponde me diagnostica una hernia abdominal de gran volumen y solicita, de forma preferente, consulta con cirugía. Un mes y días después me ve el cirujano y el día 26 de octubre me operan, y se me da de alta hospitalaria el 28 del mismo mes. El 5/11/09 se me envía a urgencias por claros síntomas de que se me está produciendo un seroma por acumulación de líquido en la zona de cicatrización y el doctor que me atiende, después de explorar la cicatriz, no ve necesidad de intervenir. El día 11 se me remite otra vez a urgencias al hospital y me extraen casi 1/2 litro de líquido y, a partir de ese día, voy cada 10-15 días al cirujano para hacer más extracciones, hasta que el día 10 de febrero de este año se me da el alta definitiva, después de 5 meses y 13 días, en la esperanza de que el pequeño resto de líquido restante sea absorbido por el organismo. Pero esta historia no ha terminado, pues en la zona operada, al adelgazar por prescripción, se me ha detectado un grueso bulto sobre la cicatriz, y se me envía otra vez al cirujano el día 16 de marzo, con una petición «preferente» y se me recibe en consulta el día 12 de mayo. Me dice que hernia no es y me manda una ecografía, para la que me dan hora el día 20 de julio y a su vez nueva visita al cirujano para… ¡el 28 de agosto!
Espero que no sea nada realmente grave, pero, evidentemente, en Torrevieja, el «modélico» sistema de salud no es ni parecido al que Juan Carlos de Borbón y Borbón ha disfrutado. Si no lo remediamos entre todos, este modelo nos lo van a poner en todo el territorio español, porque la Sanidad Pública española elogiada por el rey corre serio peligro de ser devorada por los tiburones del capital privado, sustentadores de su monarquía «democrática». Nuestro sistema público de sanidad fue puesto en peligro durante la sexta legislatura de nuestro parlamento, cuando, con los votos del PSOE y PP, se aprueba la ley 15/97 de Nuevas Formas de Gestión de la Sanidad, que abre la puerta a la gestión privada, después de años de campaña en los medios contra la gestión pública. Hoy existe el riesgo de que el «cáncer» de la gestión privada de la sanidad, alimentado por los gobiernos del PP en Madrid y la Comunidad Valenciana, tomando como modelo el sistema piloto desarrollado en Torrevieja (la llamada Área 22 para la administración del hospital nuevo y los servicios médicos de proximidad), haga metástasis y se extienda por todo el estado, para beneficio del capital privado y perjuicio de los usuarios. Se está engañando a la ciudadanía presentando hospitales de obra nueva y moderna, con habitaciones individuales y aparentemente muy dotadas de adelantos tecnológicos, pero en realidad con una clara deficiencia en personal médico y de enfermería, que hace que las listas de espera se alarguen en el tiempo de forma escandalosa. En Torrevieja, parece ser que, para ahorrar gastos en personal, se ha cerrado una planta del nuevo hospital, y esto, obviamente, incrementa los retrasos en la atención a los pacientes.
No existe ninguna organización financiera no lucrativa. Para conseguir beneficios, las empresas capitalistas de todo el mundo procuran incrementar la producción de sus trabajadores, tratando al mismo tiempo de reducir al máximo los gastos. Esto es lógico y hasta legítimo dentro del sistema de producción del llamado «libre mercado», pero en Sanidad, la materia prima somos las personas y ahí para incrementar la producción hace falta incrementar el personal y los medios. Si se reducen éstos, se retrasan las soluciones, poniendo en peligro la vida de los pacientes.
Estamos toda nuestra vida pagando un sistema sanitario eficaz y público, tan eficaz como ha resultado para el rey, que en el plazo de una corta semana le diagnostican, le preparan, le operan y a los tres días sale por la puerta dado de alta. No es el caso de los pacientes madrileños o valencianos, incluidos los habitantes de Torrevieja y Campo de Salinas, que disfrutamos de largos periodos de espera desde que nuestro médico de proximidad pide diagnosis especializada y la posible intervención. En la mayoría de los casos, no baja de los 60 días, siendo lo habitual 90 ó incluso más.