Contra la movilización, fútbol de la selección

Roberto Barrios Gómez-Valadés
Militante de IU

El partido de fútbol preparativo para el mundial, que iba a jugar la selección española contra Polonia el domingo día 6 de junio, fue pospuesto para que el martes día 8, casualmente el día señalado por los sindicatos para las manifestaciones y huelga de funcionarios en contra de las medidas de ajuste del Gobierno.
Soy uno de los millones de ciudadanos de este país y del mundo a los que les gusta el fútbol como espectáculo. No soy forofo de ningún club, ni siquiera de la selección de mi país. Me gusta el juego y me hace disfrutar cuando se juega bien; supongo que como a muchas otras personas. Si el partido que se está jugando me aburre, apago el televisor y a otra cosa; hace tiempo que no acudo a los estadios para no aguantar a los «patriotas de club». Valga todo esto para que se comprenda que no soy un «talibán» anti-fútbol y, una vez dicho, vayamos a la cuestión. Hace tiempo que los acontecimientos políticos, sociales y económicos se tratan de disimular con acontecimientos deportivos coincidentes o incluso creando expectación a cuenta de cuestiones menores a base de agitación mediática; si no hay suficiente atractivo de masas con el deporte, se crea el interés, dando relevancia a otros cuestiones que distraigan de la realidad a la ciudadanía. Lo importante es mantener al personal «divertido» (ver en el RAE el significado de «diversión» y «divertir»). Que el ejecutivo del PSOE (habrá que ir pensando en serio la urgencia de suprimir la «O» de estas siglas) haya dispuesto el retraso del partido de la selección para hacerlo coincidir con la convocatoria de los sindicatos y la izquierda es harto demostrativo de la deriva neoliberal de la política económica y social del gobierno que dirige Rodríguez Zapatero, quienes, a mi juicio, parecen empeñados en demostrar cómo la socialdemocracia, en los momentos históricos en que el capitalismo lo ha necesitado, les hace el juego sucio para consolidar el sistema, engañando a la clase trabajadora que aún confía en ellos, pensando y creyendo que son la izquierda.
Es hora ya de que este pueblo despierte, y que aquí y ahora vayamos pensando en la gran coalición de la izquierda para, al igual que en otros países como Francia, por ejemplo, consigamos una alternativa a la hegemonía neoliberal que domina este país. No conseguiremos acabar con la injusticia si no conseguimos cambiar las leyes y a los que tienen que aplicarlas. Es necesario acabar con la dictadura de clase que es en realidad la monarquía juancarlista e incluso la «democracia burguesa».
Salud y República.

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