Antonio Ruiz Sáez
Vicesecretario General PSPV-PSOE Torrevieja
Malos tiempos jurídicos y políticos rondan al flamante hijo adoptivo de nuestra ciudad y al PP valenciano y local. El Tribunal Supremo, en sentencia nº 478/2010 de fecha 12 de mayo, en su fallo, ordena la reapertura del caso que afecta al sr. Camps y lo devuelve al Tribunal Superior de Justicia de Valencia, y más recientemente, el Juez Pedreira, que instruye la trama Gürtel, en su auto de inhibición que remite al Tribunal Superior de Valencia, ve indicios de siete delitos en el Gobierno de Camps: financiación ilegal, cohecho propio, contra la Hacienda Pública, falsedad en documento mercantil, asociación ilícita, blanqueo de capitales y prevaricación.
El TS pone en evidencia al TSJCV y al sr. De la Rua por archivar el caso sin investigar qué había detrás de las dádivas recibidas por Camps: «los regalos de las prendas de vestir se hicieron de forma repetida, con aparente opacidad y sin que en este momento conste otra justificación que la atención a la función pública desempeñada por sus perceptores», y, como establece el TS, en los casos de cohecho el bien jurídico protegido es el de preservar la apariencia de imparcialidad, neutralidad y sujeción a la ley en el ejercicio de su función.
Resulta patético escuchar al «hijo adoptivo» arremetiendo contra todo el mundo, viendo conspiraciones de todo tipo o a la señora Barberá tratando de no dar importancia a los regalos de la trama Gürtel y arremetiendo contra el presidente del Gobierno. La cuestión -en mi opinión- no es por unos trajes, sino por lo que hay detrás de esas dádivas, y «es el medio más a mano que tienen los corruptores para ablandar voluntades y acrecentar la receptividad del cargo público, recurriendo, además, a algo que tiene cobertura social y que les sirve de coartada para sus propósitos corruptores: el regalo», tal y como publica en un editorial el diario «El País».
Hay un dicho muy famoso que dice que «la mujer del César, aparte de serlo, debe parecerlo» y este refrán se lo deberían aplicar todos los que ostentan algún cargo público en su actividad de gestionar los intereses de los ciudadanos, que, en definitiva, son los que se merecen un respeto. Personajes como Camps, Barberá, Fabra o Hernández Mateo deberían ser más prudentes en sus actuaciones, al igual que el señor Rajoy, que parece que le importa bien poco la justicia cuando ésta les acosa a ellos, pero bien que la respetan cuando es el contrario a quien afecta.
Todo esto es muy grave y deberían asumir responsabilidades políticas, porque no es nada edificante que sigan Camps y sus consejeros acusados ni un minuto más al frente de sus cargos por higiene democrática, y ya de paso Hernández Mateo debería irse con su hijo adoptivo por vincular a éste con nuestra ciudad, o al menos convocar otro Pleno para despojarle de ese título, porque Torrevieja no necesita que la relacionen con «personajes tan ilustres» que deterioran la imagen de nuestra ciudad.
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