«Los Verdes apuntan que un informe técnico del área de Disciplina Urbanística lista «hasta 29 infracciones, detectadas en la mayoría de los casos durante los años 2004 y 2005, no existiendo explicación razonada alguna que justifique la prescripción o paralización de dichos expedientes»».
Con este corte, extraído del periódico que más se lee en la segunda planta del ayuntamiento (el que usted tiene en sus manos), presento lo impresentable. Yo realmente no puedo entender la manera en que un Gobierno puede someter a todo un pueblo a cometer ningún tipo de presuntas irregularidades. No lo digo yo, lo dice un informe de Disciplina Urbanística, que me figuro que algo tiene que esclarecer sobre el particular (aunque no sea escuchada). Dirán que Los Verdes y un servidor «¡son los no se qué!», «¡los no se cuántos!». Se utilizará el insulto y el ninguneo como argumento y «p’alante», como los de Alicante. Buena prensa de apoyo y a convencer tontos.
El refrendo de los votos no da permiso a nadie a hacer lo que le «salga de los huevos», más bien al contrario, le obliga al ejercicio de una mayor y ejemplarizante responsabilidad; rindiendo trasparencia y eficacia de la gestión, por parte de aquellos que han sido «colocados» por la ciudadanía para que rijan y administren los destinos de toda una comunidad. No entiendo que a la Justicia se le llame «justicia» si no es tal, ni quiero comprender que a la Verdad se le llame «verdad» si no es tal. Son los hechos -no las declaraciones, más o menos adjetivadas delante de un micro, que ya no convencen a nadie- los que el ciudadano de hoy enjuicia y considera. Aquí las evidencias cantan a los cuatro vientos; las verdades que no se pueden ocultar, algunos no quieren verlas, pero son «fotografiables». Es más… una Concejalía tan revuelta, llena de intereses y de fango como la de Urbanismo, no me va a sorprender con su cronología e historia; a mí, que he nacido aquí. Las prescripciones de irregularidades, la impunidad de actuaciones ponen en evidencia un estilo y manera de llevar los asuntos de la ciudadanía demasiado caduco, para un sistema de complejidad creciente, de aumento de las desigualdades, y cuando se supone que estamos jugando a todo lo contrario.
Lamentablemente nos encontramos con los mismos temas en cualquier rincón de este país, de este planeta. El apoyo de votos absolutamente fieles, el apoyo de personas que votan siempre a unas siglas (en muchas ocasiones más por tradición familiar y por ir en contra de perder la foto caduca de hace lustros) hace que se perpetúen en el poder personas que todo lo que quieren es mantener un estatus aunque sea a costa de la comodidad y la seguridad de sus convecinos.
Eso lleva a temas como un paisaje urbano que no hay por dónde cogerlo: poco atrayente, incómodo, por no decir incluso peligroso en algunos casos, insano e invivible.
¿Una solución? Optar por mandar a sus casas a esas personas que, elección tras elección demuestran que sus convecinos les importan una… Bueno no les importan nada