Nos encontramos inmersos de lleno en un otoño caliente, no sólo por las temperaturas que aún disfrutamos, sino por algo más que fluye profundamente. Algo parece que se está empezando a mover suavemente. Quizá no todo lo que algunos quisieran, pero mucho más de lo que otros desean.
La nueva directiva del Casino toma posesión de los cargos para los que ha sido elegida por mayoría, cuando no era lo que se esperaba. El Club Náutico recibe un importante galardón desde fuera y los socios aprovechan para proclamar que no se deben ir de ahí, en presencia de las autoridades que estuvieron presentes.
Algunos importantes miembros -que han sido- del equipo de Gobierno claman por un poco de democracia, desde diferentes puntos, mientras son «ignorados» y no respondidos en sus peticiones, quizá para no darles el protagonismo o la importancia que merecen. Puede ser que realmente algo esté cambiando, que se esté empezando a perder ese gran temor existente, ese miedo a contrariar al régimen establecido. La oscuridad democrática que señalaba Domingo Soler que vivimos en Torrevieja, es algo evidente desde hace mucho. Que todo aquel que se ha movido ha sido apartado enérgicamente, también. Lo novedoso es que ahora, por fin, se atrevan a decirlo públicamente, a proclamarlo a los cuatro vientos, perdiendo el miedo, para que todo aquel que quiera enterarse -habrá quien no quiera, pero ése ya es su problema- se entere, de lo que realmente sucede detrás de tanta columna de humo propagandístico. Todavía hay personas por ahí que no acaban de entender la situación; no se preocupen, poco a poco lo comprenderán todo.
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