IV aniversario del monumento por la especulación

En esta ocasión, tengo que empezar reconociendo que, quizá, me precipité al solicitar en su día por escrito al Excelentísimo Ayuntamiento informe técnico sobre el montaje de la polémica valla de solar de la calle de Puerto Romano, en la pedanía de La Mata. Lo hice aconsejado por un técnico de otra comunidad, sin caer en la cuenta que el señor de referencia podía desconocer cómo se hacen aquí las obras. Yo, tras más de doce años por estos lares, debía saber que aquí se hace todo «correctamente legal», siempre pensando en satisfacer al comprador de turno. El «Cambalache», con una inmobiliaria desaparecida, dio lugar a que la mal llamada Fase II se construyera de forma legal y sobre todo «desinteresada», en una parcela distinta a la que estaba proyectada. Eso habría sido indiferente si cuarenta y cinco propietarios de la Fase I no fuéramos directamente afectados por la operación. Llevamos diez años esperando la construcción, en el solar proyectado, para ver si vemos finalizada la obra y podemos llegar al portal de nuestros apartamentos por un acceso normalizado y no por un «camino de herradura», como venimos haciendo hasta ahora. Cierto es que disponemos de otro tan cómodo y sofisticado como el anterior, pero menos seguro. Se trata de una escalera de obra, de poco más de un metro de ancha y diez escalones, para salvar un desnivel de unos dos metros, con respecto al trozo de acera normal, de unos 40 m., que disponemos. Como pueden suponer, el segundo acceso es ideal para el tránsito de niños, ancianos y disminuidos físicos. Además, para subir o bajar, necesariamente, se establece un paso de peatones sin acera adecuada, a la salida del garaje, con el riesgo consiguiente. Todo legalmente correcto en este caso, además, con colaboración de sentencia judicial, por si había duda.
Otra legalidad fue la reacción de la «mercantil», cuando pusimos en su conocimiento la existencia de vicios ocultos, algunos importantes, en el edificio, detectados por una empresa de consultores de construcción de Murcia a primeros de marzo de 2003. Parece que alguien hizo acto de presencia y, con buenas palabras, mintiendo premeditadamente, manifestó que, por problemas de montajes de andamios, las reparaciones pertinentes se llevarían a cabo al construir la fase que ya debía estar construida y se quedó tan fresco, tras la tomadura de pelo a los oyentes. Aquí seguimos esperando sin esperanza, pues, de llegar el momento, el comportamiento ético que caracteriza a determinados «personajes» se justificaría con la caducidad de la garantía, como se justifica ahora con una teórica ruina, para no asumir compromisos adquiridos o deudas de mantenimiento, sin poder tomar medidas, ya que, a pesar de todo, contaría con los apoyos de siempre.
¡Ah! La parte que se movía del «monumento en metálico de la especulación» no sólo se mantiene en pie, sino que ni siquiera se mueve a pesar de las fuertes ráfagas de viento. Habrá tenido efecto, de nuevo, mi comentario en el núm. 412 de la segunda quincena de octubre de 2009. Como quiera que sea, ahora está un poco más correcto. Seguiré informando de su evolución y de otras «legalidades», por ejemplo, por qué en su día se citó a declarar al responsable de la «mercantil», en lugar de la «constructora», en el próximo aniversario, que será el 5º.

La Mata, 8 de octubre 2010.
Julián Carrero Gómez

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