En el devenir diario de nuestra de nuestra vida cotidiana, muchas veces nos perdemos los momentos más esenciales, los realmente importantes y que nos pasan desapercibidos por nuestra ajustada agenda. Nos distraemos constantemente con minucias que parecen importantes, hasta que un día nos pasa algo auténticamente relevante y es cuando tomamos conciencia de lo que de verdad cuenta. Estamos aquí de paso y durante un corto espacio de tiempo, que, en demasiadas ocasiones, perdemos en fruslerías, sin aprovecharlo de verdad en toda su dimensión. Sólo cuando una circunstacia dolorosa golpea nuestro entorno más cercano es cuando nos paramos a meditar sobre lo absurdo que resulta pasarnos la vida envueltos en pequeños problemas y desagradables situaciones, mientras se nos desvanece toda una serie de oportunidades de disfrutar de momentos, acontecimientos y personas irrepetibles. Es magnífico comprobar que siempre hay personas buenas y solidarias, capaces de ayudar a sus semejantes, incluso sin conocerlos, dándoles lo mejor de sí mismos, cuando más lo necesitan y sin pedir nada a cambio. Por ello, queremos agradecer desde aquí, como un humilde, pero especial homenaje, a todas esas personas -por suerte, cada vez más- que, en un momento tan doloroso como es la desaparición de un ser querido, tienen el valor de realizar el inmenso acto de generosidad humana, de donar sus órganos para beneficio de otras personas que tanto los necesitan y que, gracias a ellos y a los nuevos avances científicos, consiguen otra nueva oportunidad para seguir viviendo, recuperar su calidad de vida y disfrutar de cada nuevo amanecer o de la llegada de una nueva vida. Algo tan sencillo y maravilloso que es digno del más sentido agradecimiento. Muchas Gracias a los donantes por ese gran gesto, en nombre de todos los beneficiados.
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