De lunes a jueves nº471

Lunes
Cuando les vi no se me antojaron personas, sólo presencias fantasmales, vencidas por el fracaso, por el rencor, o por el asco. Personas aisladas en un mundo aislado. Allí estaban, juntos, en torno a un contenedor verde áspero y sucio de un supermercado. En la oscuridad de la noche, pude comprobar que en sus caras sólo se proclamaba la derrota o la marginación de una vida. En las calles muertas y embalsamadas de nuestra ciudad, su presencia es cada vez mayor. Penuria y desesperanza en estos tiempos difíciles, en donde cualquier atisbo de ilusión y futuro inmediato se cierne en torno a un lote de productos caducados o un carro lleno de cartonaje y chatarra.

Martes
Y, mientras tanto, el presidente de la Generalitat Valenciana desgañitándose en cada intervención y haciendo llamamientos constantes a la necesidad de que los cargos públicos deben intentar ser ejemplares en sus comportamientos y en su gestión. Una ejemplaridad y un llamamiento que no cala en muchos de sus compañeros de partido en la Comunidad. ¿Podrá haber algo más ruin, sucio y despreciable que robar los dineros públicos destinados a la Cooperación Internacional y dirigidos a los más desfavorecidos? Otro nuevo escándalo, otro más, de corrupción y malversación de fondos en estas benditas tierras levantinas. En ese mantra que repite últimamente en sus discursos, el sr. Fabra debería decirle a los suyos que no se puede robar a los pobres, para después, dejar la dialéctica, ir a los hechos, y destituir a todos aquellos políticos vinculados a estos comportamientos poco edificantes. Mientras esto no ocurra, el distanciamiento y el descrédito de los políticos con la ciudadanía no parará de crecer.

Miércoles
Y de aquellos «polvos» nos llegan estos «lodos». Los lodos de un Balneario producto de la hemorragia cerebral de una época de bonanza, de grandes proyectos faraónicos, de prepotencias y chulerías con otras administraciones, de ocurrencias, de falta de consenso y diálogo con los estamentos económicos, empresariales y sociales de la ciudad. El fuego purificador hizo que ardiera, como una falla, la estructura de madera de esta instalación. Ni las cámaras y dispositivos instalados (el ojo que todo lo ve) a tal efecto pudieron disuadir al fuego y a los artífices del mismo. Un millón y medio de euros quemados. El Balneario de Toyo Ito ha muerto de muerte natural y ha sido, a la vez, purificado por las llamas. Un proyecto y un Balneario que siempre estuvo a caballo entre la ocurrencia, la genialidad y, para muchos, la locura.

Jueves
Cuando lo vi aparecer de nuevo, hubiera deseado haber podido inyectarle por sorpresa algún medicamento rápido y limpio que le mejorara su conducta y comportamiento en la sala de conciertos y espectáculos. Allí estaba, como siempre, con su sonrisa algo bobalicona y falsa y su cámara de fotos colgada al cuello. Mi mirada de rechazo y estupor no hizo que desistiera de su exhibicionismo habitual. Saludos, besos, abrazos y fotografía a cuantas autoridades iba encontrando en las primeras filas de la sala. Una vez cumplimentado el selectivo orden jerárquico político, económico y social de mi ciudad levítica, empezaba a disparar convulsivamente al resto de los mortales (el pueblo). Durante el concierto, mi instinto asesino fue creciendo en la misma proporción que él, con su falta de tacto, sensibilidad y respeto, deambulaba, cámara en ristre por toda la sala, perturbando lo que podía haber sido un espléndido acontecimiento musical.

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