Historia y mito o la realidad irreal

Jean Cocteau

Vivimos a veces a dos niveles, el de lo imaginario, que nos libera para poder analizarnos interiormente, y el de la realidad virtual que nos enreda para no poder salir incólumes. Pero el pensamiento no debiera nunca descentrar este proceso necesario para poder vivir libremente.
Esta misma mañana me he despertado pensando en las leyendas que nos contamos y que se harán realidad más tarde en la vida. Si alguien se ha atrevido a hacer este corte entre ambos mundos, el real y el imaginario, fue sin duda Jean Cocteau (1889-1963), creador de poemas, obras de teatro y diseñador vanguardista, que se movió en el espacio onírico de los ensueños, como ocurriera con el Orfeo enamorado de la Eurídice, cuando lo imposible transciende nuestros propios límites. Cocteau es célebre por sus apodigmas escuetos que luego se convertirían en obras de arte, ya que se servía de ellos para hacer que su verdad diera media vuelta en el espejo de lo real; desde dentro de esta caverna platónica reflejaba la realidad que hay detrás de esta pantalla cinematoscópica. Pero, diría Cocteau, «los espejos deberían recapacitar dos veces antes de devolver la imagen» por si lo irreal resulta más cierto que lo real.
Los historiadores mencionan el Logos y el Mito contraponiéndose para crear lo que llamaríamos la Historia con mayúsculas. Los hechos estarán ahí, pero no su lectura, que nos imaginábamos ser más consistente que nuestros propios sentimientos. Y, para completar estas reflexiones sobre el temor a atreverse a comenzar el camino que nos acompañe durante la jornada, donde converjan los dos mundos órficos de lo real convirtiéndose en crónicas y de lo irreal en mito, se me ocurrió esta mañana al levantarme hacerme la pregunta que daría sentido a lo que estaba imaginando: ¿No debería haberme quedado más tiempo en el lecho para que fuera posible lo imposible?

HECHOS Y DICHOS
La Irrealidad de la Fábula consigue con frecuencia ser de hecho Verdad. Jean Cocteau

ANÓNIMO
Si examináramos más detenidamente nuestra propia historia, comprenderíamos mejor el mundo en que vivimos.

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