Mamá Tunza, una mujer coraje en el África del hambre

Hay historias que sobrepasan por su grandeza y humanidad.
El otro día, Informe Semanal dio un reportaje titulado «Mamá Tunza», del periodista Vicente Romero, que siempre está ahí con su hacer sobre todos los grandes y olvidados dramas de la humanidad doliente sin derechos. Es como don Quijote, defensor y divulgador de esas causas.
Este informe trataba de una mujer africana de Nairobi que ha sacado del hambre y el abandono a trescientos cincuenta niños de la calle; haciéndose cargo de ellos y cuidándolos, desde hace quince años.
Esta mujer, a la que los niños llaman cariñosamente mamá Tunza, analfabeta y pobre, tenía cuatro hijos. Un día fue a tirar basura y en ella había un niño recién nacido. Lo cogió y se lo llevó con ella. Al poco, en su puerta, le dejaron otro que ella también cobijó, alimentándolos y educándolos, dentro de su pobreza. Según contó en el reportaje, las únicas ayudas que recibe son de turistas que saben lo que está realizando con estos niños y de algunas buenas gentes de Nairobi y así sobreviven.
El sitio donde viven es un solar con pobres barracones donde hacen vida. Comen, juegan y estudian. Entre todos los niños pequeños que estaban con ella, había uno con una historia de película que ella contó.
Un día, salieron por comida y vieron a una mona Babuino, llevando en brazos un monito como los de los niños humanos y no era un monito. Para podérselo quitar, fueron por plátanos y pan, se los pusieron delante de la mona. Ésta miraba los plátanos y el pan y fue a comerse la comida. Mamá Tunza cogió al niño y se lo llevó; lo lavó y le dio de comer; lo enseñó a andar y hablar. Ahora, a este niño, los amigos cariñosamente, en broma, le llaman a veces monito y junto a otros niños con mamá Tunza, posaban ante las cámaras del reportero.
Esta bella y ejemplar historia deja claro hasta dónde llega el amor al prójimo y a los niños desvalidos, que esta gran mujer coraje está llevando a cabo ella sola desde la pobreza en esa África de las hambrunas y muertes por hambre sangrantes inhumanas y los «safaris de élite», los encuentros religiosos con millones de dinero por medio de su poderío, fausto y pompa vergonzantes. Ahora hay alarma de hambruna en el Zahjel, los niños y las madres no tienen qué comer y sólo se alimentan una vez al día con comida de animales, yerbas y raíces secas con agua para ablandarlas. Las muertes por hambre son crímenes de lesa humanidad que no se juzgan en los tribunales de los derechos humanos. Mientras esto pasa cada segundo de cada día, todos los grandes poderes que manejan el mundo amasan fortunas, riquezas.

Josefina García

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