Principio esta maldita semana de turbulencias varias con la premisa de que no hay por qué tener miedo ni a nada ni a nadie, por muy poderoso que sea fulanico o menganico, y por mucho que quieran o intenten coartar y cortar las libertades individuales. Oye, y ahí está el Gordillo y el SAT como «robinjudes» cualesquiera. Es verdad que estamos en tiempos de miedos generales, autonómicos y locales, o sea que el miedo va por barrios. Dicho lo cual, me sirve para envalentonarme un poco, y por eso hay que preguntarse, ya que estamos en el inicio de curso, qué ha pasado con esos más de seiscientos alumnos que se van a ver afectados por los recortes de Consellería en el transporte escolar, o cuántos profes han recortado en los colegios de nuestra ciudad, o cuántos alumnos por aula (ratio) van a recibir clases. Es evidente que la Educación Pública va a ser de bajo nivel a partir de las medidas marianas, y que gracias a eso mandarán en un futuro no muy lejano los de siempre, las élites, y obedecerán los de siempre, las clases populares. Y que se jodan los de siempre, como diría Andrea Fabra, que sabía lo que decía esta aventajada política. También lo que manifiesta Ignacio Ramonet a nivel global nos sirve para la aldea local, es decir, que estamos en un teatro de sombras y de apariencias, las de, por ejemplo, nuestro denostado Plan General de Ordenación Urbana, que algún concejal insiste en responsabilizar de todo el desaguisado del mismo a tiempos pasados, tocando de plano al exalcalde socialista, Joaquín García, cuando bien se sabe que lo único que hizo es aprobar, básicamente, y sin entrar en mayor detalle, los mecanismos para iniciar la ejecución del Plan General para un nuevo modelo de ciudad, que ya estaba bien de pescadores, marineros y salineros. Sin embargo, no se dice con la misma insistencia que otro alcalde, de cuyo nombre no me acuerdo en estos momentos, utilizó el PGOU para modificarlo más de cien veces, que es como si hubiera hecho uno nuevo, sin revisarlo y a gusto de promotores, constructores y personal afín, intermediarios, agentes inmobiliarios de nuevo cuño, testaferros (que no sé lo que significa pero suena francamente mal) y un largo etcétera, sin descuidar ni un ápice el asunto propio, claro, o sea, de la política a mis asuntos. Vuelven otra vez las dichosas sombras y las apariencias, ¿lo ven? Sombras por la mala o pésima gestión urbanística en general, y apariencias por creer que nadábamos en la riqueza. Me ha gustado mucho el artículo de un agente de la policía local, miembro de Comisiones Obreras, en relación con la barbaridad esa de rebajar el salario a mis «compis» funcionarios que han estado de baja laboral por enfermedades graves sin que mediara negociación entre las partes, y ya no sé si eso es una medida mariana o qué, pero en cualquier caso es una aberración se mire como se mire, ideología política a un lado. Como tampoco es de recibo que un policía local haga borrar las fotografías de un móvil de un periodista gráfico que se encontraba ejerciendo su profesión en plena calle. El verano ha sido caluroso, y me Apetecía leer noticias en prensa (en teletorrevieja, qué manía, oye, siguen moviendo la boca los de la oposición pero no se les oye, oiga) de los grupos de la oposición con temas como la Pantoja, los Plenos Municipales, Soler largando tinta… en fin, el juego político. Unos gobernando y otros dando leña en la badana, pero sin perder las formas, que no se pierdan las formas, y que se vaya al fondo.
Dice Bryce Echenique, peruano él, que el único acto independiente que le queda al ser humano es leer. Estoy con él, y por eso voy a concluir este artículo para irme raudo a echar unas lecturas o relecturas otoñales. Suerte otoñal para todos los que me leen, y para los que no, pues… lo mismo.
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