Lola, la Taramera (2ª parte)

Espíando sus movimientos, vimos que reptaba, metiéndose en la taramera (Nota: la taramera es el lugar donde se van echando las podas de los olivos y de los árboles, formando un enorme montón de unos 30 m. de alto por 200 de largo, ¿exagerada? ¡No! Aquello era un cortijo andaluz con más de mil olivos). Esperamos un ratito y salió con otro pollito de ganso, así hasta 21, pero Lola los llamó en su «idioma» y todos acudieron, yéndose al arroyo a nadar, vigilados por la madre. La pobre Capricho vagaba con la orejas gachas, el rabo entre las patas y cara de cordero degollado, era la 2ª vez que era despojada de sus hijos. Para compensarla, nos la llevábamos cada día con el ganado y se le fue pasando poco a poco la morriña. Lola, con su cohorte de gansitos, era una belleza digna de un museo. Si en aquellos tiempos hubiese habido los medios de hoy se le podrían haber hecho fotos, videos e incluso haber salido en revistas de fauna. Aún así quedaron grabados en mi mente para siempre. Hay gente de muchos países a la que le gusta lo que escribo en Torreguía; otros pensarán que tengo mente infantil, pues siempre trato temas de niños y animales, pero esa es mi intención: fomentar en los pequeños el cuidado, respeto y cariño que necesitan sus mascotas, que en el 90% de los casos son maltratados por los padres o abuelos, y ya se sabe que los niños son muy receptivos y luego hacen de mayores lo que vivieron siendo chicos. ¡¡Niños, sabed que los animalitos que hay en vuestra casa son hermanitos a los que hay que cuidar y querer!!

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