«Sin piedad», efectivamente, como la película que irrumpió en el año 1999 para volver a meter en nuestras pantallas aquel género casi olvidado del «oeste», así es como se han estado comportando hasta la fecha gran cantidad de nuestras «bien amadas» entidades financieras. Todos lo adivinan, me estoy refiriendo al tema de actualidad: LOS DESAHUCIOS.
El por qué nos encontramos en esta situación es una cuestión de hacer memoria y remitirnos al pasado. Yo recuerdo que, cuando era más joven, me era imposible tener un piso en propiedad, los precios de las viviendas no estaban escandalosamente altos, pero las condiciones que nos ponían las entidades financieras para obtener una hipoteca eran muy duras: primero, con mucha suerte, te prestaban el 80% del valor de la vivienda; segundo, en base a lo anterior, tú tenías que disponer del otro 20%, más dinero para los gastos de compra y para los muebles, con los sueldos que había, el tema estaba duro; tercero, los tipos de interés estaban por las nubes.
El que sólo te dieran un límite máximo era una putada, pero era lógico, quien te presta debe tener un colchón, por si no puedes pagar poderse agarrar de algo.
Peeeero, llegó el BOOM, se empezó a construir a diestro y siniestro, todos queríamos tener nuestra propia casa, nos decían por todas partes que el alquiler era tirar el dinero, que por las mismas cuotas mensuales podías ser PROPIETARIO (caramba, qué bien suena eso), y además en algunos años el alquiler no desgravaba en tu Declaración de la Renta, mientras que si comprabas el piso con hipoteca (que era lo normal) tenías unas desgravaciones fiscales cojonudas. Pues, hala, todos a la compra del pisito de marras. Esto, junto con una política monetaria que mantenía los tipos de interés muy bajos, hizo que el precio de la vivienda pasara de ser asequible a una auténtica locura, pues los constructores y promotores calcularon los precios de venta con unos incrementos sobre los costes que superaban el 500%.
A esto se unió la voracidad de las entidades financieras, que vieron un mercado magnífico para obtener unos beneficios tremendos. Y olvidaron la prudencia de antaño, ahora había que hacer hipotecas, pues hay pisos para vender, casi toda España estaba en obras y el dinero fluía. Si querías un piso y ser PROPIETARIO, no tenías problemas, casi todas las entidades financieras te iban a buscar a tu trabajo y te ofrecían todo el dinero que necesitaras para poderte convertir en PROPIETARIO.
De todos es sabido que las peritaciones de las viviendas se hacían en función de lo que necesitaba el pobrecito que pedía el préstamo, pero no lo necesario para comprar el piso, nooooooo, la entidad financiera tenía dada la orden a todas sus agencias para que te animaran a meter en el saco los gastos de compra, los muebles y el coche, y, si te ponías un poquito pesado, te daban hasta para unas vacaciones.
Gracias a esto, la mayor parte de los importes prestados que se gestionaron durante los últimos 10 años superaban el 120% del valor real de la vivienda. Era la orden que las «cabezas pensantes de las entidades financieras» habían dado.
Pero se paró la construcción, llegó la crisis y los propietarios de pisos se convirtieron en PROPIETARIOS DE UNA HIPOTECA que NO pueden pagar. Quedan muchas viviendas por vender y los precios de ellas se vienen abajo, tan abajo que casi hay que desenterrar los precios.
Las entidades financieras no tienen problemas, ellas amenazan al Gobierno con que no puede permitir que el sistema financiero de un país se hunda, porque sería una hecatombe, y le exigen el dinero suficiente y necesario para salir a flote, porque lógicamente las Cajas de Ahorro no pueden dejar de pagar los «sueldos disfrazados de dietas» de los inútiles consejeros que sólo firman sin saber qué, así como las desvergonzantes indemnizaciones por dejar el cargo. No tienen ni vergüenza ni calidad humana.
Ahhhh, pero otra cosa muy diferente es el punto de vista de estas «máquinas de hacer dinero sin piedad» del PROPIETARIO DE LA HIPOTECA, ese individuo avaricioso que pretende ser PROPIETARIO con un trabajo de salario normalito por un chorro de horas al día, doblando la espalda como loco, ése que ahora va y se queda sin trabajo, y tiene el descaro de no pagarnos lo que nos debe, porque prefiere que coman sus hijos antes que seguir aportándonos beneficios a nosotros. Pues vamos a completarle la fiesta, le quitamos donde vivir, y como ahora el piso vale menos, pues nos va a estar debiendo el resto de su vida. Pero a nosotros nos va a volver a salvar Papá Estado con el invento del «Banco Malo», (yo siempre he creído que nunca ha habido un Banco Bueno).
De todos es conocido el procedimiento que estos individuos «sin piedad» tienen que llevar a cabo para desahuciar a los que no pueden pagar la hipoteca; les quitan la casa, eso ya les supone unos gastos. Una vez en su poder, la tienen que gestionar hasta que se ponga en subasta, eso son más gastos. Finalmente, la pondrán en subasta y esa casa la sacarán a la venta por una cantidad que estará alrededor del 50% por debajo del importe que figura en las escrituras. Se la quedará alguien que tiene dinero, cerrando el círculo mágico de «si tengo dinero, hago más dinero; si no lo tengo, estoy jodido».
Yo les propongo una solución más económica: ¿Por qué no hablan con el PROPIETARIO DE LA HIPOTECA y le rebajan la deuda hasta el límite al que saben van a poder vender esa casa? Este señor seguirá teniendo un lugar donde vivir y la entidad «sin piedad» seguirá cobrando intereses, con unos gastos mínimos de modificación de escrituras de préstamo, así demostrará que tiene algo de sentimientos y actúa con lógica. Ya que TODOS los españolitos les hemos arreglado sus cuentas, ya toca que ellos hagan algo por el bien general y no por el suyo propio.
Txema Álvarez
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