La España de Rajoy: un lugar SOBREexplotado

Gabriel Estañ
Militante socialista

La situación de nuestro país es desgraciadamente grave. El paro, el endeudamiento de las familias, la pérdida de poder adquisitivo y la degradación de los servicios públicos son factores de gran envergadura a los que hace falta una respuesta contundente por parte de todos. Y sobre todo, y por la parte que les toca, por parte de nuestros políticos.
¿Cabe pensar que esta respuesta vendrá por parte del Presidente Rajoy y su equipo? Si recordamos todas las promesas incumplidas de su partido («no subiré el IVA», «no tocaré las pensiones, la sanidad ni la educación», «cuando llegue yo bajará el paro») o la promesas de solucionar la crisis en dos años (30/01/2011) y de crear 3,5 millones de puestos de empleo (González Pons, 7/9/2011), se nos antoja imposible que el Partido Popular pueda lograr la salida de la crisis.
Y si ya resultaba difícil de imaginar, estando ahora inmersos como están en una grave crisis política, judicial y moral con graves acusaciones de corrupción, es a todas luces imposible que vayan a lograr darnos esa respuesta que tanto necesitamos los españoles.
El señor Rajoy va a dimitir. Tal vez no sea hoy, podría serlo en un par de meses o tal vez lo sea antes de que estas líneas aparezcan publicadas, pero no hay vuelta atrás. Al igual que Fabra, Hernández Mateo, Daniel Plaza, Blasco y otros muchos dirigentes populares lo han hecho por sus implicaciones o condenas, con el serio agravante de que su posición deteriorada afecta a la imagen de nuestro país y por ende a todos los españoles. Lo que llamaban la «marca España». Y por consiguiente ha de dimitir. Como Berlusconi hiciera en su día.
La cuestión es si el Partido Popular va a elegir otra persona no implicada en alguna de sus turbias historias, que les va a costar encontrarla según parece, o si Merkel va a señalar a alguien con el dedo y ése será el ungido, como ya sucediera en Italia. En cualquier caso, ninguna de las dos opciones parece la más adecuada.
La lógica dicta la convocatoria de Elecciones Generales. Algunos verán intereses partidistas por mi parte, nada más allá, la situación del PSOE tampoco es a día de hoy como para andar de celebraciones, si bien es cierto que hemos construido un proyecto mucho más sólido en los últimos meses. Pero tampoco sería dicha convocatoria la solución que lograría, por ejemplo, comenzar a vencer el descontento existente con la política. Para ello deberíamos previamente reformar la Ley Electoral hacia un sistema más justo que permitiese una representación más real del pensamiento de los españoles. Pero para eso, entre otras cosas, Rajoy tiene que dar sus sucias manos a torcer.

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