¡Humanismo Galore! La autocrítica de lo humano

Gustave Flaubert

No sé lo que tiene la Filosofía, que a veces aterroriza cuando considera el fenómeno del ser humano como punto de partida para proseguir con el mundo de lo observable.
Y las conclusiones se diversificarán en dos vertientes, la de la Sorpresa sobre lo que podríamos llegar a ser o la del Desencanto de lo mucho que falta para serlo. Con todo, abundan más los detractores que los encomiastas: «Toda la humanidad se dirige a pasos agigantados hacia su propia destrucción», dirá Henri Barbusse, y Teóphile Gautier será aún más tajante con dictámenes que hacen erizar los cabellos: «De todas las ruinas del mundo, la del ser humano será sin duda alguna el espectáculo más triste».
Pero es más aconsejable permanecer dentro del análisis del fenómeno humano como se ha ido haciendo, sin inclinarse ni por lo objetable ni por lo laudable: «La humanidad es como es; no se trata de cambiarla, sino de conocerla», confesaría el novelista galo Gustave Flaubert (1821-1880), que empleó sus innumerables obras para detenerse en los pequeños detalles que especifican a cada ser humano. Hijo de médicos, Flaubert se atrevió a utilizar el bisturí de la pluma, llevando a personajes como «Madame Bovary» al quirófano de las observaciones más minuciosas hasta concluir que lo que nos especifica no será dentro del cosmos de la inteligencia, sino en el análisis de nuestros sentimientos más personales. Y entre sus observaciones sobre la importancia de la búsqueda de uno mismo, destaca su novela «L’Education Sentimentale» (1869) en que el antihéroe Lukács intentaría superar la nostalgia de vivir en un mundo sin respuestas a través de la mera observación de sí mismo dentro de la novelística. Ya el escritor latino Terencio había confesado su incapacidad de escapar al sentimiento de sentirse humano.

HECHOS Y DICHOS
El ser humano desde que nace hasta que muere, es una máquina de romper juguetes. Amado Nervo.

PROVERBIO ÁRABE
El clavo sostiene a la herradura, la herradura al caballo, el caballo al jinete y éste al universo.

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