A D. Cecilio Gallego

No se me ocurre hacer ningún «In memoriam» de ésos que hace mi buen amigo el Cartero Sori, porque ni sé cómo se hace ni mi cuerpo está para ello. Ya saben mis lectores amables que desde el año dos mil y pico tengo encomendada la tarea perfeccionista de redactar el denominado Libro de los Fallecidos, que no crean que es una perita en dulce. Hay que ponerse en faena con mucho rigor, mucha tranquilidad, mucha prudencia y constancia, mucha constancia para ir entendiendo los entresijos administrativos de este departamento, que ya estamos a un pie y medio de informatizarlo y ponerlo en las mejores condiciones. Pues lo vengo a decir por esto, porque estaba reordenando los papeles de los fallecimientos y encontré el acta de defunción de D. Cecilio Gallego Alaminos, un buen hombre, inquieto donde los hubiera, amigo de sus amigos, y muy ensamblado en el tejido social de la ciudad. Creo que me apreciaba, y yo a él también. Me caía muy bien, y nos gustaba entablar conversación. Y cuando dos barbudos se ponían a dialogar… Todo bien. Y leí que había fallecido tal día en Santa Pola, venía el acta del registro de esta vecina ciudad, pero nada se sabía del orgien del fallecimiento, cuando más de media España tenía conocimiento de la colocación de un coche-bomba en la casa Cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola el cuatro de agosto de 2002 por los hijos de puta de ETA; él, que estaba esperando el autobús, y además una niña de seis años, hija de un agente de la Benemérita. Saco a colación el tema porque precisamente leí una noticia en estos días relacionada con los etarras «Peio» y «Lonsu», los dos hijos de puta que se encargaron de perpetrar el cruel atentado. La Audiencia Nacional los condenó a los dos a 843 años de cárcel, que es el lugar que les corresponde, aunque tengamos que mantenerlos de por vida. Y ya digo, me vinieron a la memoria algunos capítulos de la vida sencilla y activa de Cecilio.
Y escribiendo de otra, debo decir que esto de la crisis es una especie de revolución de los ricos, que son los que tienen la pasta, la mueven a su antojo y encima los gobiernos no pueden hacer nada, bueno, defenderlos como están haciendo, que no es poco, ¿verdad? Y me entero de que en nuestro país existen más de tres mil Sociedades de Inversión de Capital Variable (las famosas SICAVs), que pertenecen a grandes fortunas, que suponen unos veintitrés mil millones de euros gestionados por grandes y pequeños bancos, BBVA, Santander, entre otros. Y dicen los que entienden de macroeconomía que la mayor evasión fiscal viene a través de la banca, de la dichosa y tramposa banca, a través de los paraísos fiscales, sobre todo en Luxemburgo, que es uno de los que no se nombran mucho. Y yo cojo un cabreo tremebundo cuando me entero por las lecturas de estos profesores de Economía que no suelen tener cancha en los grandes medios de comunicación, de que la política de nuestro presidente, Sr. Rajoy -aparte de incumplir su programa electoral, que ya le vale al chico-, no es más que pagar las deudas, con sus intereses, a los bancos europeos, entre ellos la banca alemana de la Merkel, y también a los bancos españoles. Y yo, que no tenía ni pizca de ganas de escribir de tanta mierda de política, mira por dónde me he liado un poco… y ya sé que el anterior presidente de los españoles tampoco hizo prácticamente nada por remediar esas maniobras de los bancos y el entramado de los paraísos fiscales. Que conste en acta.
En fin, voy a seguir con mis papeles de fallecidos para que el futuro «Libro de los Muertos» cuente con las menores pifias posibles, todo se encuentre en regla y quien me sustituya algún día tenga los mecanismos administrativos en perfecta armonía con los cielos o con el Olimpo. Suerte y mejor quincena.

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