Parábola para una mayoría

Este gobierno que ganó por mayoría absoluta, con el «eslogan» donde prometían la salida de la crisis con tres millones de puestos de trabajo, reducción del déficit, impulsar la economía, etc., etc., ahora, tras el monumental fracaso como gobierno, cuando se le increpa o critica desde todos los medios, incluso los suyos, responden con énfasis lo de la mayoría. Vale, pero eso no quiere decir que esa mayoría les dé derecho a llevar al país a la hecatombe por su mal gobierno y su incapacidad para regir la nación, más, aparte, el incumplimiento de su «ficticio» programa y el añadido de la presunta corrupción del partido. Por tanto, su legitimidad para gobernar es esa muletilla que sacan para defenderse de lo indefendible y es discutible. Pues es de cajón que, si no hubiesen sido tan «eficaces» tras el brutal acoso y derribo al anterior gobierno en toda su legislatura -aunque éste estaba mal-, y prometiendo categóricamente la «salvación» del país en cuanto llegaran a la Moncloa, no hubiesen obtenido la mayoría de la que presumen. Así que no hagan postulado de esa mayoría. Las mayorías no son sinónimo de garantía para seguir en el poder cuando éste, tras su llegada a el, está devaluado, gracias a la debacle de sus políticas dirigidas por la «troika». Haciendo sus «santas voluntades» en detrimento del pueblo.
Señores gobernantes: lo que sí han conseguido con su mayoría es destrozar todo el tejido democrático y social que nació de la Constitución, con todos sus derechos y libertades, y han instaurado otros antisociales, antidemocráticos, y han colocado a la iglesia dentro del gobierno, cosa que no avala ni viene en la Constitución, que dice, en su artículo 3, que ninguna confesión tendrá carácter estatal, y la iglesia con su poder está ahí imponiendo sus leyes.
Así que, al no cumplir ese programa electoral, esa mayoría no tiene fuerza ninguna para sacarla a relucir como triunfo y ponérsela como medalla, puesto que nada de lo prometido han cumplido, al revés, todo lo han llevado a hacia la destrucción de lo conseguido en la Transición y en los derechos que otorga la Constitución, como dice el preámbulo en uno de sus párrafos: «Promover el progreso de la cultura y la economía para asegurar a todos digna calidad de vida. Establecer una sociedad democrática avanzada». Y los artículos como: «Se reconoce el derecho a la protección de la salud», «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada», «Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán», «Los poderes públicos garantizarán mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán a sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio», «Derecho a la educación, al trabajo», etc, etc.
Todos estos artículos constitucionales de derechos humanos fundamentales se los han pasado por el «arco del triunfo» mayoritario.
Señores gobernantes, su mayoría no es perpetua, por tanto, tiene límites y fronteras, y contaré una parábola de mi cosecha: Había una vez… un barco encallado por un capitán. A éste lo despidieron, pues no supo guiarlo bien. Contrataron a otro capitán que se ofreció a reflotarlo, y hacerle navegar viento en popa y a toda vela, y llevarle hasta buen puerto. Pero este capitán tenía unas fórmulas y unas normas para hacerlo navegar de nuevo que en vez de desencallarlo, lo hundían, pues no supo por sus malas prácticas reflotarlo y llevarlo, como prometió, a buen puerto. Así que este nuevo capitán fue despedido también por incompetente.
Moraleja: No pretendas conseguir aquello que porfiadamente persigues con mentiras, que más temprano que tarde, te pasarán factura.
Señores del gobierno con «mayoría», prepárense y tómense, unas tazas de tila, pues se pueden «ir al garete», si se lo propone su carismático líder, el ex-presidente señor Aznar, «salvador» de patrias, que les puede desahuciar de la Moncloa o por nuevas elecciones.

Josefina García

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