Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro
Joder, poder…, verbos, sustantivos que engendran algo más que incertidumbre en nuestras vidas. Poder y joder, pasiones que arreten con todo y contra todos. Qué poder, joder, tienen las palabras!… y los gestos…, y los mantras. Los mantras de los que te pueden joder y te humillan y te obvian y te asfixian. De los que te quitan la piel, tu talento, tu sonrisa. De los que te cierran las calles, los viejos…, y, a veces, hasta los parques. Luego están los que te atan, te callan…, los que te quitan las ganas. Los que roban la miel, los que te cosen el alma, te muelen, te venden. Te alquilan ideas, te violan, te abstienen. Te ponen de moda, te aspiran, te prenden…, te casan, te hieren. Los que te tienen manía, te ladran, te comen… ¿lo ves, corazón inquieto?…, eres solo mercancía, su trasiego, su elemento, la razón del incremento de su puta plusvalía.
Pero, joder es poder, cuando amanece. Y, por la noche, si no puedes dormir, te jodes. Una erección de poder, no equivale a tres horas de sexo tántrico, un lunes con tu vecina, pero casi. Porque, poder puedes, pero, joder, que extraño es que alguien no interrumpa este kamasutra improvisado entre semana. Sí, digo bien: joder en lunes, es sólo para el que puede. Y, joder al poder, es no hacer caso de la norma (tonta y obsoleta) y ponerse a contar estrellas en el balcón de cualquier desconocido, disfrutando de orgasmos telúricos, toda la noche del martes hasta que amanezca. El miércoles, joder que gol tiene el de enfrente!: pues vas y se lo metes. Y es que cuando metemos un gol: podemos!. Podemos prepararnos para el jueves, que sí que jode, con su espíritu intermedio y bujarrón. Bollos y algunos bujarras, sí señor, joden al jefe caparra. A la mañana siguiente, todos curran, todos mienten; sólo al GAY ya le delata su sonrisa inteligente. Un gay es como un misil (encubierto y en alerta): te explota en tus propias manos porque siempre está en oferta.
El poder GAY les jode a los dueños del patio. Del patio de esta cárcel, digo. Sensibles, locas, divertidos. O, diversibles, transvertidos y en la boca: los besos y el rouge putón. Siempre, los labios rojos y el cielo del arcos iris, en las niñas de los ojos. Uñas de porcelana, sujetador de dralón, ligueros noir y cañeros, zapatos plataformón. Brillos, gorras drags, camisetas de tirantes, nada atrás, nada delante. Gafa de sol vintage, rimel en las pestañas, música de la Carrá y dicen que siempre han sido: emprendedores de España. Éstos, joder, sí que pueden. Porque los tienen bien puestos. Los usan como estandarte. En la vida y en el arte. Se casan como los otros. Quien la yegua, quien el potro. Y a nadie le importa un pito, si Gay-ardón amenaza: que dimito, que dimito.
¿En Torrevieja, no hay HOMOS?. El hetero, es aburrido. Y, el «Chumi» que es transexual, desde la otra acera grita, al Luisma que es concejal: «Cucha, sagal letrao, déjate de procesiones y saca ya el nuevo trono, que el 28 de junio, vendrán los nuevos «palomos».
No soy gay, tampoco soy aburrido; no soy Pedro, no soy Pablo (santas locas del armario), ni me llama el Corpus Christi, pero, puestos a joder: ¿no es Jesús del GAY PODER el que obnubila y abduce a las más locas devotas y al más guapo feligrés?
Yo consideraría seriamente la conveniencia de solicitar ayuda profesional.