Vivir es fácil con los ojos cerrados, es el título de la película ganadora en los premios Goya de este año. Muy apropiado para los tiempos que corren. Ese mismo fin de semana declaraba la infanta Cristina, como imputada en el caso Noos de corrupción y así dejó claro que vivía. Algo que parece ser, le resulta muy cómodo y beneficioso. Para los demás también va quedando meridianamente claro que es lo mejor. Por ejemplo a los jueces, no les van dejando otra salida, ya que si los abren, con según quien, intentando hacer justicia, terminan expulsados.
Mientras tanto, vimos a todos los miembros del partido del gobierno, en el Congreso de los Diputados, votar «en conciencia» y en secreto lo que les dicta el partido. Al margen de que se tratara de una vuelta atrás en la controvertida Ley de Aborto y de que muchos de ellos se habían manifestado en contra. Esto viene a corroborar que aparcan sus ideas y lo que piden la mayoría de los votantes. Cuando llega la ocasión, se ponen todos al servicio de sus partidos. Lo que da una idea a los ciudadanos del poder absoluto de la partitocracia en este país. Al final, a la hora de votar ellos, quienes ganan son los partidos, no las personas. Por eso llegamos a una clase gobernante tan mediocre, como falta de ética y de carisma. Son simplemente los más «obedientes» a la maquinaria de sus partidos los que más ascienden. Ellos no tienen que dar cuentas a los ciudadanos que votan. Por eso no les importan lo más mínimo, ni se preocupan -de verdad- porque sufran, no haya trabajo o desahucien a tantas personas, quedando indefensas y desprotegidas. Sólo les importa obedecer los mandatos de sus partidos, para que en las próximas elecciones los coloquen en buena posición y poder renovar el cargo o ascender. Algo habría que cambiar sin duda.
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