Homenaje a Paco de Lucía

…y moriré también, como Paco, el de la Lucía, y entre sus notas y mis versos, desacompasados los dos, podrás decir que conociste a ambos. Y que lejanos, por excéntricos, solo pudiste acercarte a cada uno en los silencios de sus pensamientos.
Paco, ahora, por fin, regalará su mirada cansada y sus dedos infinitos al eterno laberinto universal, para seguir armonizando su sorprendente y mágico devenir nebuloso. Su gente lo echará de menos siempre. Ahora más que antes, seguramente. Nos perdemos al de al lado porque nos ocupamos de atender la prisa, el mensaje manipulador, al jefe idiota, al abismo lleno de hiel. Y de repente, se nos va, no está. Como un trueno, se fue. Y nos dejó tanto. Tanto que no supimos ver. Ver y escuchar. Sentir.
– ¿Dónde estás, Paco?
– Con Manuel
– No, Manuel garabatea aún, en el papel…
– Sí, lo sé, por eso sigue todavía ahí, con vosotros.
– ¿Y tú?
– Me cansé…
– ¿De tocar?
– De esperar…
– ¿A quién?
– A una mujer…
– La muerte, ¿quizás?…
– Pregunta a Manuel.
– ¿Él, sabe?
– De esperar, amando… sabe…
– Y entonces, ¿qué hacer?, ¿qué hacer entonces?…
– Amar o morir, debiera ser nuestro epitafio…
– Paco, no te pongas estupendo.
– Ése era Max, un personaje de teatro.
– ¿Como Manuel?
– Manuel es como las cuerdas de una guitarra.
– ¿Multicolor?
– Interlineal…
– ¿Como un pentagrama?
– Como el silencio.
– ¿Ausente?
– No, un vacío lleno de esperanza es. Como yo ahora.
– ……………………

Paco es un espíritu en do mayor,
Manuel es, todavía, un niño.

Manuel Bueno

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