El misterio del futuro recinto ferial

En aquellos tiempos antediluvianos, es decir, que ha llovido más que a cántaros, como decía la canción de Pablo Guerrero, hubo un idea en dos, o sea, que en una idea quería ejecutarse dos macroproyectos, de los mega-mega que se han hecho sin saber todavía para qué uso y disfrute de la ciudadanía. Quiso hacerse la gran rehabilitación de la zona portuaria, proyecto que tenía un coste importante, valía un millón de los largos, para lo cual tenía que trasladarse todo lo que había y sigue en el puerto, desde la feria para los niños (los caballitos, los cochecitos, etc.) hasta la Feria de Mayo, las Sevillanas, para niños y mayores, y pasar todo ello a una nueva ubicación, por allí por el parque acuático, más o menos. La idea era buena: matar dos pájaros de un tiro, y de paso pellizcar unos euros del Plan Confianza de la Generalitat de Camps. Total, que la obra de la Confianza comenzó a ejecutarse, y, con el tiempo, la crisis, los malos rollos, y el sinfín de chapucillas, aquello ha quedado paralizado, nos hemos gastado una pasta gansa de todos los ciudadanos, pero ése es el tópico de siempre: entre todos lo pagamos y supuestamente alguien no lo hizo bien. O sí, vaya usted a saber. Total, que en estos otros tiempos ha salido a la palestra la concejala de Fiestas, mi querida Lola, y ha dicho, aproximadamente, que la he leído en la prensa, que los feriantes en general han dicho que el recinto portuario es el idóneo para la Feria de Mayo y todo lo que tenga que ver con este evento consuetudinario que viene de tierras andaluzas sevillanas. Lo cual se podía haber dicho mucho antes, antes incluso de que existiera el dichoso Plan Confianza y no haberse gastado ese millón de euros. Pero, en fin, como había posibles (euros) y la Hacienda estaba repleta de ingresos y de deudas, todo se vio con buenos ojos. Para qué negarlo. Y cuando digo todo es todo. En cualquier caso, esto ya es lo de menos; lo más importante es que la Feria salga bien, veamos feliz y contento a todo el personal, que caigan los buenos finos, se baile y se viva la fiesta y que no pare la alegría, que los tiempos están malitos.
No obstante, yo sigo asustado con lo que pasa en España en general, que cada día hay un desarreglo, un choriceo nuevo. Ahora con el sobrecoste de un tramo del AVE, ese trenecito que todo el mundo quiere que pare en la puerta de su casa, un sobrecoste, digo, de un 230%, no un cinco o un seis o un diez, no. En fin, sobrecoste por un lado, sobrecostes por otros, trajines varios, malversaciones supuestas de dinero público, y todo lo que significa esta falta de ética, moral y decoro político. Ya que nadie dimite, al menos que metan en la cárcel a quien se lo merezca, oye. Y a votar, a votar, a votar, alegres europeas, a votar a votar, joer, todo el mundo a votar.

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