Otra vida real: Un muchacho que quiere cambiar de sexo

¿Qué ocurre cuando un muchacho, a medida que va creciendo, se percata de que todas sus inclinaciones son femeninas, de que se comporta y actúa como una joven mujer, que habla y luce como una mujer, que trata de evitarlo ante el público? Pero el muchacho acaba de cumplir los 17 años y quiere cambiar; se siente atraído por muchachos, pero los evita de momento; intenta hablar con varias de sus amigas que lo conocen bien, que le aconsejan el cambio de hombre a mujer, ya que es el momento adecuado. Intenta hablar con sus padres, pero ellos siempre parecen estar muy ocupados o no tienen mucho interés en los problemas de su hijo, hijo único, o el negocio que tienen es más importante que Pascual, que así se llama el muchacho. Pascual habla con la hermana de su madre, que la quiere mucho, pero ella no acepta la proposición. «Un hombre es un hombre, no hay más que hablar», le dijo a Pascual. Pascual estaba muy triste, no la entendía.
Por fin, convenció a sus padres para sentarse por unos minutos con él. Pascual está muy nervioso, se muerde las uñas, suda, sus manos tiemblan, su corazón palpita terriblemente, pero en un momento de lucidez decide abrir la boca y hablar: «Muchas gracias, mamá; muchas gracias, padre, por escucharme. El caso es que tengo un problema muy serio conmigo mismo, no me siento feliz con mi cuerpo o tendencias, yo creo que he nacido con un cuerpo de mujer y mis tendencias son muy femeninas, lo he tratado de evitar durante toda mi vida, pero ya no puedo ocultarlo más, me siento cansado, no puedo concentrarme en mis estudios, necesito y debo cambiar por MI propia felicidad y seguridad; necesito cambiar de sexo, porque en realidad debo ser una mujer. ¿Lo entendéis?».
Los Padres de Pascual, que han viajado mucho al extranjero, no parecen muy sorprendidos, como si supieran algo acerca de la situación de su hijo o posiblemente hayan visto en el extranjero que esas cosas ocurren. Los padres, con lágrimas en los ojos, abrazan a Pascual, ellos no estaban percatados de que su hijo era infeliz, de que no se concentraba en sus estudios, pero ellos, por una razón u otra, estaban también infelices porque notaban algo en Pascual, desde hacía algunos años, que no parecía normal, pero, por fin, se lo confiesan a Pascual: «Eres nuestro hijo, te amamos muchísimo, y vamos a acceder a tu petición… Pero, ¿te importaría hacerlo en el extranjero?». «No, no. No me importaría, dijo Pascual».
La operación se llevó a cabo sin problemas, y Pascual es feliz con su nuevo status, con sus amigos, con su tía también. Sus padres hablan mucho con Pascual, que está muy concentrado en sus estudios ahora.

José Antonio Rivero Santana

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