Ella, después de comer, se duchó, con tan mala suerte que un corte de digestión la dejó muerta, sentada en el banco de la bañera. Al acudir él y llamar varias veces, alarmó a las vecinas, que entraron con él, viendo a la joven muerta. Fue un duro golpe para todos; la taparon con una manta, cerraron el grifo del agua y desde el cuartel llamaron a la Guardia Civil y al forense. Al hacerle la autopsia vieron que murió de un corte de digestión. Al novio le dio una apoplejía del susto y estuvo 6 meses ingresado en el hospital hasta que poco a poco se recuperó. Cuál no sería su sorpresa, al llamarlo el notario, y en el despacho le comunicó que su prometida, al vivir sola y no tener familia, fue previsora e hizo testamento, diciendo que, tanto solteros como casados, todo era para Sebastián, incluyendo en esos bienes joyas de familia y el dinero que tenía en la cartilla del Monte, que ascendía a 2 millones (12.000 euros). Sebastián quiso renunciar a la herencia, pero el notario le hizo saber que era la voluntad de Sonia y si no todo iría a parar al Gobierno o la iglesia, y que tanto trabajo, ahorro y sacrificio de la chica habría sido para nada. La noticia salió en «El Caso», periódico que se encargaba de comunicar muertes, y allí aparecieron 2 paletos del Norte reclamando los bienes de su sobrina-nieta a la que tanto querían. «Tanto», que fueron a la cárcel por estafadores y mentirosos. Sebastián vendió todo y se fue del país. Al cabo de 20 años, un amigo dijo que le dio por la bebida y el juego, le volvió a repetir la apoplejía y estaba ingresado de por vida en un sanatorio al Norte de Francia, sin recordar nada de su vida pasada.
Dejar una contestacion