¿Para qué sirve un articulista?

Vaya preguntita de parte mañana. Pues realmente para pocas cosas. Y es que articulistas hay muchos y variados, de unas ideas y de otras, de unos colores y de otros… Es decir, que hay un abanico muy amplio, como vulgarmente dicen los informadores de la Corte. Pero, por ejemplo, para que todo no caiga en saco roto: un articulista debe decir y dice que la regeneración democrática, esa de la que tanto alardea el presidente gallego, no puede venir, sin duda, con esa reforma electoral que se va a sacar de la manga de forma unilateral (y no se sabe si es constitucional) y que va a permitir, de llevarse a efecto, la elección directa de los alcaldes. Un articulista está para decir ante esta y otras tropelías: Podemos decir que no, ganemos todos diciendo que no, y votemos toda la ciudadanía un No rotundo. Un articulista debe servir, también, para escribir que nuestra ciudad, a día de hoy, tiene unas carencias importantísimas en servicios e infraestructuras elementales, aunque ya sé que se hace lo indecible por paliarlas. Quizá el tema esté en invertir más, si es que nuestros presupuestos lo permiten, claro. En fin, y como es verano, y hay que relajarse, este articulista debe decir y dice que justamente antes de cumplir los 30 años hay que visitar, al menos, las siguientes ciudades, y dejarse de tonterías:
Oslo, sus vikingos y Naturaleza; Ceský Krumjlov, República Checa, a dos horas de Praga, y por supuesto, Praga también; Fira, (Grecia), y sus atardeceres, a ser posible con un canuto y tu pareja; Budapest, toda; Rotterdam (Holanda), multicultural ciudad (como la nuestra, vaya); Reykjavik (Islandia), peculiar, hermosa y salvaje, aguas termales y auroras boreales; París, la ciudad del Amor y la Bohemia; Florencia y un paseo romántico por el Ponte Vecchio; Dubrovnik (Croacia), sus islas, casco antiguo…; Dublín, almacén de Guiness y pubs donde la cerveza no para; Lisboa, nuestra Lisboa, ubicada sobre el Tajo, y pariente nuestra; Barcelona, siempre bona; Cracovia (Polonia), su barrio judío y su parte vieja; Estocolmo, sus treinta mil islas; Berlín, subida nocturna, galería de arte, museos; Riga (Letonia), Patrimonio de la Humanidad, con eso sobra y basta; Copenhague, y su Tívol, el parque de atracciones de más de 170 años de antigüedad. Y, a ser posible, un atardecer en barca por nuestra laguna rosada, algo que habría que explotar, ¿no? Así que ánimo y a ver si podemos.

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