Salubridad y seguridad vial en Torrevieja

Ayer tuve que hacer unas compras en Torrevieja y decidí ir andando hasta el centro de la ciudad. Ya había pensado hace tiempo hacer una croniquilla de las deficiencias urbanísticas, accesos, aceras, y otros temas que hacen de nuestra ciudad un lugar casi intransitable en muchos aspectos.
Salgo de mi casa, situada en una urbanización céntrica. Me fijo en el estado de la «acera» inexistente frente a la entrada y en la cual para el autobús. Ahí empieza ya un calvario para apearse del bus sin arriesgarse a romperse un pie, las narices o la misma cabeza. Como digo, no hay acera y la franja de tierra que sirve de apeadero está plagada de todo tipo de inmundicias (latas de refrescos, botellas rotas, papeles y bolsas de plástico, podas de árboles, etc.), todo esto «amenizado» con la presencia de alguna rata curiosa que se pasea por allí. El bus tiene una parada, también inexistente en cuanto a señalización, justo delante de un contenedor de residuos orgánicos que casi siempre está lleno y despide un olor fétido que echa para atrás. Todo esto hay que sortearlo con mucha prudencia si no se quiere terminar aterrizando entre tanta basura. Para cruzar la calle y poder andar por la acera de enfrente, hay que hacerlo por un paso de cebra cuyas líneas que fueron blancas en su día, ya son invisibles.
Sigo andando… Llego a la esquina para tomar la calle de la derecha y hay otro paso de cebra, en las mismas condiciones que el anterior y situado inmediatamente después de la curva, sin posibilidad de que los vehículos que transitan por la calle que he tomado puedan advertir dicho paso para peatones. ¡Primer peligro! Hay que mirar con mucha prudencia que un coche (o el autobús) no esté demasiado cerca, ya que es imposible ver si un peatón está cruzando. Hay que señalar también que, precisamente ahí, hay una curva extremadamente peligrosa en la que los vehículos se cruzan un poco «a ciegas» ya que no hay una línea continua delimitando cada carril y cada coche, según la velocidad con que la tome, invade el espacio que no le corresponde poniendo en alto riesgo la seguridad. Bueno… con suerte, he salvado el pellejo en esta primera peripecia de mi paseo…
Sigo andando hasta el centro… las aceras parecen olas con unos altos y bajos que no se sabe muy bien si es que un seísmo las ha movido o si es que, con la cantidad de trabas que encuentro en el curso de mi caminar, tengo mareos… Un terrible peligro para cualquier viandante pero sin parangón para personas mayores o discapacitadas. Hay que ir andando con la mirada puesta en el suelo para intentar sortear todos esos baches.
Continúo mi periplo respirando aromas poco saludables como son, por ejemplo, los orines y defecaciones de animales irracionales y de los llamados «racionales» en cualquier rincón, esquina o, como es el caso concreto, bajo el puente de la calle Villa Madrid. Sería casi necesario pasearse con una mascarilla. Más hacia el centro, encuentro solares cuyas vallas están en muchos casos rotas y se puede apreciar la inmensa cantidad de suciedad, objetos, muebles depositados, etc., sin contar con la presencia casi segura de animalejos como ratas y hasta alguna culebra.
Voy tomando fotos de todos estos despropósitos que publico a continuación. La gente me mira extrañada al verme fotografiar las meadas, suciedades… lugares llenos de todo tipo de parásitos y bicharracos. Les digo que esto hay que denunciarlo… que actualmente estoy siendo víctima de una infección que, al parecer, me ha sido provocada por la picadura de una garrapata y que lo estoy pasando muy mal, con un alto riesgo para mi salud. Esta infección se llama «fiebre botonosa», endémica del Mediterráneo y de lugares cálidos y poco salubres. ¿Dónde la he contraído? Pues no sé… en cualquier sitio, al sentarme en cualquier banco público, al pasar cerca de algún lugar en estas condiciones descritas… no sé… Lo que sí sé es que toda la ciudadanía está expuesta a ello en cualquier momento y más los niños y niñas que, en su ignorancia, van tocando y cogiendo cosas del suelo. Según mis informaciones fehacientes, un caso como el que estoy padeciendo yo tiene que ser comunicado oficialmente a las Autoridades Sanitarias por el Hospital de Torrevieja, que es donde me están tratando (de aquella manera…), y si constato que esto no es así, yo misma me encargaré de hacer la denuncia procedente. Es evidente que se tratará por todos los medios de ocultarlo para no «dañar» el título de «Ciudad de Excelencia Turística» que Torrevieja ostenta. Es más que imprescindible que se lleve a cabo una fumigación adecuada a la vez que un aseo contundente de todo el territorio urbano. (en Torrevieja, TODO es territorio urbano, ya que la ciudad ha crecido en extensión hacia el exterior del meollo del centro).
Todas estas situaciones son de sobra conocidas por todos los habitantes de Torrevieja y por todas las personas que nos visitan. Sé que todo el mundo hace comentarios sobre ello pero sólo se queda en eso… comentarios. Lo que pretendo con este escrito es concienciar a la ciudadanía de que estos hechos tienen que ser denunciados de una vez por todas y de manera contundente ante el organismo que rige la ciudad y que es el Excmo. Ayuntamiento, quien tiene la obligación de mantener limpia y en buen estado la ciudad, una ciudad que fue denominada por algún regidor anterior como «Ciudad de Excelencia Turística». (¿?)
Los pasos de cebra como el descrito al principio de esta nota proliferan por todo el territorio urbano. En el 95% de los casos, si no en más, dichos pasos de cebra carecen de líneas blancas visibles durante las horas de luz, pero, en la penumbra u oscuridad de la noche, son imperceptibles, tanto para los peatones como para los vehículos. La ubicación de estos pasos, valga la redundancia, en las mismísimas esquinas donde los coches giran, representan un grave peligro para la integridad de los peatones. Lo curioso es que la Ley obliga a cruzar por esos pasos de cebra y si la policía ve que alguien no cruza por ellos (porque precisamente presentan ese peligro), te multan. ¡Qué aberración!
La suciedad que se aprecia por todas partes es irracional. No se asean las calles con la frecuencia y medios necesarios en una ciudad en la que la temperatura y la población es muy superior a las infraestructuras de las que el Consistorio utiliza. Sólo las calles del centro están medianamente mantenidas. Y cuando hablo del centro, hablo sobre todo de las dos o tres calles principales y sólo en los tramos céntricos (Ramón Gallud, Caballero de Rodas, etc.). Sólo los contenedores soterrados se limpian con manguera y agua a presión. Las esquinas y las aceras están plagadas de defecaciones y orines y, sin embargo, el territorio urbano es inmenso. Hay urbanizaciones abiertas (y hablo en conocimiento de causa), sobre todo las construidas hace unos treinta años, que estaban constituidas en Comunidades de Propietarios y cuya limpieza y mantenimiento de los viales y espacios verdes corría a cargo de sus respectivas Administraciones. En la mayoría de los casos, el Ayuntamiento se ha apropiado de las zonas comunes por el artículo 33, como vulgarmente se dice, prometiendo que, de entregar estos terrenos al Consistorio, el mantenimiento de calles, plazas y zonas verdes serían competencia del Ayuntamiento pero la realidad es otra… La mayoría han quedado en el olvido y ahora presentan un aspecto de abandono total. En otras, sin embargo, ya sea por intereses personales o porque en ellas moran ciertas personas «de interés» el mantenimiento se hace regularmente aunque no con la frecuencia idónea y, que sepamos, los impuestos por IBI, alcantarillado, recogida de basuras, limpieza, alumbrado, etc. son abonados por toda la ciudadanía en general y de manera obligatoria y, se supone, con los mismos derechos.
Por otra parte, hay franjas de terreno que, si bien no sé exactamente a quién compete el mantenimiento, hacen parte integrante del territorio urbano. Hablemos, por ejemplo, de la franja de tierra que transcurre al lado del paseo para bicicletas cercano al centro de salud de La Mata. Allí se puede apreciar, sin hacer ningún esfuerzo, cuántos animales irracionales hacen sus necesidades, así como su tamaño (no creo conveniente explicar en qué me baso para hablar del «tamaño» del animal…). Es evidente que yo no culpo ni mucho menos al perro o gato… Culpo a la falta de urbanidad y respeto de sus dueños, pero es evidente que es el Ayuntamiento quien tiene la obligación de velar por que ese tramo, junto a un centro de salud, esté en óptimas condiciones de salubridad y no que, si te apeas del coche por la parte del corredor susodicho, lo más fácil es que te lleves en la suela del zapato un regalito poco agradable.
Podría extenderme mucho más en la denuncia de deficiencias en Torrevieja, pero sería repetitivo.
Mi propósito es instar a la ciudadanía a que exija del Consistorio el que todas estas observaciones mencionadas más arriba sean subsanadas sin demora y denunciar paso a paso todos y aquellos defectos y carencias dentro de nuestra ciudad ya que en esto sí que tenemos la «excelencia» tan pomposamente promulgada por sus dirigentes.
Quiero hacer una llamada a todos los partidos políticos locales, asociaciones de tal o tal cosa, plataformas de cualquier índole, que tanto proliferan en nuestro pueblo. Creo que lo descrito anteriormente merece que sea tomado en consideración en sus reivindicaciones. Es una cuestión de salud pública. Yo, por mi parte, haré mi trabajo, que, si bien puede considerarse como individual, en cierto modo, lo estoy haciendo por el bien y la salubridad de toda la ciudadanía torrevejense, ya sea permanente o ambulatoria. La «excelencia» no sólo vale en los folletos de las ferias de Fitur u otras…. Tiene que ser patente en el día a día de nuestra ciudad.
Este escrito, a la vez que es enviado a varios medios de comunicación (periódicos, televisiones, etc.), será depositado en el PROP para que sea transmitido al Departamento competente, así como envío de copias al colectivo comarcal de IU y a la Agrupación del PCPV-Vega Baja.

Lucía Bachiller Candela
Simpatizante de IU y miembro del PCE (PCPV)

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