¡Hay loterías, oiga!

Al que fuera todopoderoso presidente de la Diputación de Castellón y expresidente de esa misma provincia, D. Carlo (no Carlos) Fabra le ha caído otro tipo de lotería este año en forma de papeleta que la Justicia le ha entregado en mano para que el día 1 de diciembre de 2014 ingresara en prisión por haber cometido cuatro delitos, todos fiscales. Así que no es un vulgar chorizo, sino primo hermano de Al Capone, que eso ya es otra cosa en el mundo de los delincuentes, malhechores, granujas, maleantes, tunantes, malandrines, cacos, y buscones de la política. Pero D. Carlo era un poco más especial, porque además era o se sentía cual cacique de pueblucho y chulo de hazte para allá. No quería ningún centro penitenciario de la provincia porque había mucho interno peligroso, así que le han dejado hasta elegir. Privilegios hasta para esto. Esperemos que no sufra mucho, escriba sus memorias y a ser posible devuelva el dinero que pilló y no declaró. Otra lotería, con menos suerte, le ha caído a Podemos a la hora presentar su programa económico electoral. Ya decimos todos, y digo todos, que una utopía, que no lo pueden desarrollar, que si patatín y que si patatán. Y estos chicos de Podemos, supongo que bien asesorados, dicen, entre otras cosas, que invirtiendo en políticas sociales se crearían muchos puestos de trabajo, como en los países nórdicos; o que reduciendo la pasta a la mitad de lo que aporta el Estado a la Iglesia se podría hacer alguna que otra cosilla; o reduciendo el número de asesores y políticos; o quitando las retribuciones vitalicias; o gastando menos en armamento y comprando más porras, que son bastante más baratas. Aviso que yo no pertenezco a Podemos, pero es que estos chicos deben estar hasta el infinito y más allá de tanta agresión social.
Bueno, es que me he ido por las ramas y lo que quería decir es que la transformación del Puerto (y ya va por la cuarta, creo) va a costar sangre, sudor y lágrimas, porque entre otras cosas es que no nos dejan ni siquiera construir un buen hotel, lo que lastra la idea en sí, el proyecto grandote y esa reestructuración que se quiere acometer, como si eso fuera la panacea de todos los males torrevejenses. A mi, personalmente, me sigue produciendo un mucho de tristeza presenciar cómo los abuelicos y abuelicas corren ansiosos a rellenar sus solicitudes para poder cobrar la dichosa «paguica». No sé, pero me produce un mal estado de ánimo, parejo a la depresión. Y no es que algunos no se lo merezcan, oigan, pero es que no sé…

Óscar A. Claramunt

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