«A Serra da Estrela» (Portugal)

Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro

Las nubes de Portugal son como las de cualquier país, solo que vienen con el fado en la mochila. Y se muestran más discretas y melancólicas. Como un fado, dicho está. Luego, aparece lo añejo y el vintage caduco del vestir popular. Y su revolución. Y sus claveles. Y sus rosas de jardín, esparcidas por toda la Sierra de la Estrella, de dónde vengo yo ahora, de perderme, para saber un poco más de nuestros vecinos y sus silencios.
Átomos de estrella se agolpan en mi, cada mañana que huelo el aire limpio de esta apaciguada tierra de gente marinera y sin aristas. Su lengua sigue fiel al oleaje primario y oceánico transversal de los atlantes, sin más. Ni menos, añado yo. Las meninges, de estos lusitanos pacientes y dulces, son pazguatas, creyentes y densas como un bizcocho do Porto cangançeiro. Horneados, al calor del pastel de calabaza, con la morriña-saudade del vivir sin rumbo y sin fronteras, el portugués transgénico, mira con arraigo su cadencia milenaria y con desapego a la Europa del stress y la arrogancia.
Llegando hasta aquí (la Serra da Estrela), uno se da cuenta de que la verde foresta, los ríos generosos y la explosiva naturaleza, todavía se dan cita en esa encrucijada, donde el amor plural de corteza, savia y fotosíntesis bullanguera, no tienen freno, ni vuelta de hoja pelirroja que echarse a la boca. Son estos otros seres vivos que no riñen entre sí (ni por su espacio, ni por su carácter, ni por su alimento y pagamento), los que al mostrarse más tolerantes con sus vecinos, en este entorno a granel, disfrutan y comparten su entusiasmo hasta las trancas. Estos grupos de insectos, hervíboros, reptiles y especies botánicas de La Comuna Natural de la Serranía Estrellada do país portugués de aquí al lado, se asocian, se equilibran, viven y mueren, aportando con su currículum, una discreta razón de ser, en su ir y venir por este diafragma universal del manto inquebrantable de la propia existencia. Nosotros, no. Nosotros, solo llegamos a saber (y, solo unos pocos) quienes somos,…….. pero, sin embargo, podríamos decir que NO estamos muy seguros de: para qué viajamos a Portugal; o escribimos obras de teatro; o estamos siempre al lado de nuestros hijos o nuestros amigos; para qué compramos en la tienda de la esquina y no en el super; o para qué tomamos frutas y verduras si seguimos siendo raros y extreñidos ; o para qué vestimos casual; usamos gafas espejo de 10 euros; o le hacemos la revisión al maldito coche por un ojo de la cara. Tampoco tenemos muy claro para qué votamos, aunque ahora votemos con ilusión porque podemos (ya veremos después) ; o para qué visitamos a nuestros padres lejanos, cuando están a punto de despedirse para siempre de este mundo confuso y perdiguero ; o para qué nos besamos; o nos echamos de menos; o sal a las ensaladas; o vinagre a los boquerones en vinagre; o para qué nos dan diplomas; o pagamos para que nos los den; o ¿por qué el Banco de Santander no nos coge por ventanilla las tasas de la PAU porque dice la directora de la cutre sucursal que estás fuera de horario (aunque seas cliente); o ¿para qué ser directora (Carolina Madrid, lo es en Torrevieja) cuando te muestras como un robot sumiso de Patricia Botín y no una empática mediadora de entuertos burocráticos de mierda?; o para qué quiere más dinero la Patty Motín del que no se gastaría en 7 vidas si pudiera; o para qué escribo ésto; o para qué lo estás leyendo; o para qué esperas el bus todos los días, si la vida sigue su rumbo, cojas o no el bus; o para qué hacer preguntas; o para qué pagas el peaje de la maldita autopista ; o para qué lo de tu jodida hipoteca ; o para qué estudian nuestros hijos la Historia de cada país, si solo leen mentiras y las maldades asesinas de los políticos que liquidaron a sus abuelos sin ningún escrúpulo ni razón que los justifique; o para qué el apartheid; o para qué una fortaleza, en forma de estrella, en la cuasi frontera hispano-portuguesa de la Salamanca torera y senil…..????????
Almeida (Portugal), te envuelve con su pueril estrategia geográfica, en un mar de preguntas incontestables e innecesarias, tal vez. No vayas. O, SÍ. Quizás, averigües lo que nunca te propusiste descubrir: que el tiempo es infinitamente indescifrable.

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