Nicaragua, un viaje alucinógeno (hacia lo innombrable)

Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro

Lo que no se nombra, lo que se acaba por no decir, lo más escondido en nuestra memoria, la realidad esculpida por el humano embrutecido y criminal, la profundidad de la sombra corrupta que intimida por su incertidumbre, la basura y el escombro, la ignorancia y el machetazo en el alma con olor a café, el narcomercadeo, las ong tapadera, el latifundio del capital extranjero y ladrón, el monopolio añejo de ron, el tabaco es un atraco, el cacao te enmarrona la razón, la amalgama de material humano uniformándose y descarnándose en el interior de un autobús que escupe en cada cuesta lo inútil que resulta la vida, en un infierno de hojalata con ruedas de camión, dirigiéndose hacia el precipicio del no sé a dónde voy, ni con tantos, ni para qué; la textura del aire de las calles infectadas de desechos, rostros sin presente, alegría golpeada y venta ambulante y deambulante y sin apenas nada que ofrecer. Religiones a legiones, rótulos invocadores del supuesto dador de salvoconductos al Paraíso por doquier, tristes por cada esquina, armas, armados, protectores de los que tienen algo que temen perder. Super carros con lunas tintadas y ruedas de huida narcopotenciadas, tipos con sombrero de rancho criollo que lucen cadenas y anillos de payos pillos sin escrúpulos. Delicuentes del taxi, que te crujen en la cuenta, mujeres fuertes que se someten para no perderlo todo, juventud ignorante y movilizada sólo por el móvil, música a toda hostia con las baladas culebrón más zafias que te pueda regalar Sálvame de luxe; comida basura, y no conocen apenas McDonalds, Pizza Hut o Pepsi, pero con la carne de pollo y sus gaseosas multicolores pueden competir con todos ellos hasta superarles. Más basura en la calle y en cada rincón del camino, plástico, mierda y latas de cola. Polvo, sudor y resignación es lo que muestra al «invitado» el pueblo nica.
En cambio, sus volcanes superan la obertura de cualquier sinfonía de Mozart. Sus lagos son mares permanentes de esperanza. Sus selvas son la legítima encarnación del por qué la vida es un misterio digno de experimentar. Sus cañones y sus ríos son la fuerza del amor y la pasión de cada conciencia. Sus bosques son la explicación estética y soberana de la fotosíntesis, dándonos la oportunidad de salir a disfrutar del oxígeno etéreo y desaguado, a los seres después llamados terrenícolas. Amo la naturaleza primaria de Nicaragua, tanto como detesto la atrofia del elemento humano que lo habita. Vinimos a este país a mostrar nuestro teatro, el de Colesterol, en la ciudad de Matagalpa, al norte, y una hora antes del evento reventó la instalación eléctrica de la ciudad. Aquí toda la dinámica es la misma: improvisas o te come la miseria. Así que hicimos la obra a palo seco, sin luces ni música, dentro de una carpa de circo. Texto, arte y un par. Durante y al final, el público se mostró alucinado y agradecido al ver que, de vez en cuando, y a pesar de los inconvenientes, si uno posee sensibilidad y energía creativa, la vida puede ser una gran fiesta.
En fin. Este finde ya estaremos en Torrevieja. Espero que el alcalde y una banda (que sea de música, please) nos reciba como nos merecemos. O sea, en do mayor.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*