Hace muchos años, cuando un servidor viajaba al exterior desde España, a Francia, Inglaterra (donde viví durante unos veinticinco años; unos veinticinco años que jamás olvidaré porque fue una experiencia increíble en muchos excelentes aspectos), siempre que hablaba con gente me sentía orgulloso, porque todo eran halagos acerca de la unidad de nuestras familias españolas, de cuánto se amaban los abuelos, padres e hijos, hermanos y hermanas, maridos y esposas, y el resto de la familia.
¿Qué ha ocurrido desde entonces hasta ahora? ¿Por qué un buen número de jóvenes están abusando física y mentalmente de nuestros padres, especialmente desde los catorce a dieciocho años? ¿Por qué nuestros abuelos, que sólo intentan ayudar económica y sensiblemente a sus más queridos, reciben tanta indiferencia e ingratitud? ¿Por qué tanto abuso en las aulas de las escuelas entre alumnos y en ocasiones contra los maestros? ¿Por qué tanto consumo de drogas en más de la mitad de los estudiantes universitarios? ¿Por qué nuestros jóvenes están bebiendo mucho más que antes? ¿Quién les suministra el dinero para tomar drogas o alcohol?
¿Tiene algo que ver la crisis económica y social con la desagradable actitud y aptitud de algunos de nuestros jóvenes? Indudablemente, pero España siempre ha estado en crisis económica y social, desde antes y después de Franco, desde antes y después de la Guerra Civil, desde la Constitución democrática de 1978 hasta ahora. España siempre ha sido pobre y mediocre, con unos pocos millonarios y mucha pobreza, porque así lo han querido unos partidos políticos y profesionales muy egoístas y discriminatorios, que jamás se han preocupado por la educación y futuro de nuestra gente, sino por su propio poder, bienestar y fama política, y sólo la voluntad y talento de muchos desinteresados españoles y asociaciones, con sus propias manos y mentes, uñas y dientes, con su propio dinero e ideas, y durante muchos sacrificados años, han tratado de conservar nuestra cultura, deportes, artes, letras y ciencias, de lo cual algunos dentro y fuera del país estamos muy orgullosos.
Sólo un cambio rotundo de nuestra política social/económica/educativa/financiera, con total integridad y transparencia, libre de mentirosos y corruptos, salvará a nuestro país del desastre, siempre y cuando nuestra justicia y derechos humanos estén a la altura de la responsabilidad de sus cargos, pues de otra manera no ganaremos.
José Antonio Rivero Santana
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