Torrevieja, periferia de Valencia

Torrevieja, nuestra ciudad, actualmente y tras un fuerte «boom» demográfico en la década de los 90 y y 2000, es la quinta ciudad en número de habitantes del País Valenciano, la tercera de la provincia de Alicante y la primera de la comarca de la Vega Baja.
Situada en una ubicación geográfica envidiable, es una ciudad fuertemente ligada al turismo, al igual que su economía. Tanto desde dentro como desde fuera, ha sido y sigue siendo una ciudad marginada, desaprovechada y fuertemente castigada. En primer lugar, no tenemos vías por las que pueda ir el tren, dificultando con esto la llegada de los turistas, que aun así, acuden en masa. Pero el problema no queda aquí, ya que tampoco disponemos de ninguna sede universitaria, mientras que ciudades y pueblos de un tamaño mucho menor disponen de una o de ambas infraestructuras, lo cual condena a nuestros jóvenes a tener que huir hacia Elche, Alicante, Orihuela o directamente, a otra comunidad autónoma e imposibilita la llegada de estudiantes y la posible explotación universitaria como sucedáneo del turismo en los meses de invierno, con la mejora económica que traería esto al pueblo (pisos de estudiantes, personal docente, etc.) y el consumo que generarían en los comercios de la ciudad. En resumen, es una ciudad castigada en materia de infraestructuras por parte tanto de la Diputación, como de la propia Comunidad y del Estado en última instancia. Tuvimos que esperar muchos años hasta la construcción del hospital público de Torrevieja y resignarnos a un solo hospital privado o a desplazarse para usar los servicios de un hospital público, y la discriminación no termina en las infraestructuras. Por su situación cercana a Murcia y sus habitantes, históricamente castellano-parlantes, vemos cómo prácticamente se nos excluye del aprendizaje del valenciano, lengua oficial del País Valenciano, con un aprendizaje optativo y precario, como si no formáramos parte del mismo, como si no tuviéramos derecho a ser bilingües y dominar las dos lenguas como la mayor parte de los habitantes del País Valenciano, con el agravio que supone a la hora de opositar para un cargo público, donde se exige como nivel mínimo el «mitjà», el cual, salvo personas con padres valenciano-parlantes, escasos en Torrevieja, es de fatigosa preparación para nuestros conciudadanos.
Como anteriormente he dicho, nuestros problemas también son, en parte, responsabilidad de nuestros gobernantes locales, tanto de un signo como de otro. Éstos han centrado el sistema económico de Torrevieja y, por tanto, la supervivencia de sus conciudadanos, en dos premisas: turismo y construcción. Tras el «boom» inmobiliario, las cosas iban bien, el paro apenas alcanzaba el 10% y la población tenía una forma de ganarse la vida, pero este modelo, como se podía intuir, era insostenible y más beneficioso para las grandes empresas que para los trabajadores de la ciudad. Los constructores y las empresas marcharon con los bolsillos llenos y los trabajadores pasaron a engrosar las listas del paro, llegando en 2014 hasta casi un 28%, siendo aún mayor el paro juvenil. Actualmente se encuentra en un 22,89%, quinto municipio del País Valenciano con mayor porcentaje de parados, en una ciudad con nuestros recursos naturales: mar, salinas, lagunas, buen clima, tierra fértil… donde el paro debería ser anecdótico, pero se convierte en el mayor de nuestros problemas y una losa pesada para nuestros jóvenes, que deben dejar la ciudad en busca de un futuro mejor.
Algunas soluciones que modestamente se me ocurren son: reformar el sistema turístico hacia un sistema más ventajoso y lucrativo para nosotros, con condiciones de contratación más duras para las empresas y con mayores garantías para los trabajadores e intentar ofrecer un turismo anual, algo de lo que una ciudad con los medios de Torrevieja debe ser capaz. No volver a caer en la trampa de la burbuja inmobiliaria, construir en la medida necesaria, en las zonas necesarias y garantizando los derechos de los trabajadores y la ventaja de la pequeña y mediana empresa de la ciudad. Promover de una vez por todas una sede universitaria y la posibilidad de acceder en tren a Torrevieja, ayudando de manera notable, como ya he dicho anteriormente, a la economía local. Explotar las salinas y las lagunas de forma sostenible, disponemos de un paraje natural único y el rendimiento económico que se le saca es escaso. En materia lingüística, la normalización del uso de la lengua valenciana pasa por una buena enseñanza y unos servicios públicos bilingües.
Podemos decir orgullosos que somos de Torrevieja, tenemos una gran ciudad, situémonos a su altura, hagámosnos respetar!!

Alberto Castillo Hódar

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