Como si fuera una merienda de negritos

Más que una batalla campal, estamos ante algo parecido a una merienda de negros. Me refiero al embrollo político que hay: unos que se van del equipo, dos que no se hablan, un amplio grueso de bancada que se muestran como fieras (igual es lo correcto, oye, según se miren los valores de la patria chica mía) y un grupo de partidos de ideologías dispares, aproximadamente, y que lógicamente tienen sus desencuentros, pero que a la hora de las decisiones firmes todo indica que no muestran grandes grietas o fisuras. Dicho esto, es necesario decir que, cuando no se aprueban unos presupuestos (herramienta fundamental para invertir y apuntalar las necesidades de la ciudad), pues la responsabilidad es de todos, oiga, de unos más que de otros. Sería, pues, una inmoralidad que la ciudad quedara colapsada por los intereses partidistas; sería inaceptable desde todo punto de vista. Porque, claro, la cosa es que sin habas no hay nada que hacer, y ya pueden llover a cántaros las quejas vecinales… Si no puede haber moción de censura, que se contempla en la ley, porque no cuadran los números, lo más inmediato es que se consensúen unos presupuestos para poder cubrir las necesidades más urgentes como la limpieza en condiciones de esta ciudad turística, la red de alumbrado público, el cuidado de nuestras playas, el cuidado y mantenimiento de nuestros centros culturales, todos, el bienestar de la Tercera Edad, y yo qué sé más. Dicho lo cual, el «palico» en la rueda por poner «palico» en la rueda no conduce a nada de nada de nada. «Palico» en la rueda para la apertura del Teatro (que más que un «palico» es un trozo de muralla china), «palico» para la limpieza de la ciudad, «palico» para la obra de nuevas dependencias municipales, «palico» para el Museo de Semana Santa… Bueno, por por lo menos la puta (perdón por el exabrupto, pero me ha salido del alma) rotonda del instituto de FP (como se decía antes), ejecutada de forma ilegal y sin que nadie dijera nada, va a tener que ser derribada por orden judicial, creo. Es una verdadera lástima que mi querido amigo Caelo, un pedazo de músico que anda deambulando por los rincones de su casa sin perspectiva alguna de futuro inmediato, no pudiera deleitarnos con una sonata y fuga local, porque tocar el piano lo toca como Dios. Ojalá nos pudiera ofrecer algún que otro concierto en su ciudad natal. Sería todo un sorpresón, además de una gran noticia. En fin, suerte a todos.

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