Esta mañana muy temprano se nos ha marchado nuestra compañera, amiga y presidenta Luisa Martínez.
Luisa era ante todo una torrevejense grande, enorme, orgullosa de su pueblo y desde muy joven lo demostró en el coro de Ricardo Lafuente cantando «Soy Español» por toda la geografía española. Siempre ha luchado por mantener las costumbres y tradiciones de Torrevieja e inculcándolas con todo el amor a sus hijas. Cada 8 de diciembre, Día de la Purísima, era la primera en levantarse y asistir con sus hijas a la tradicional Diana, porque no quería que sus hijas perdieran las buenas costumbres torrevejenses. Pero, además, también participaba en las paellas, en la Semana Santa, en las cabalgatas de los Reyes Magos, en las habaneras de la playa y en todo aquello que tuviera que ver con las tradiciones de su Torrevieja. En todos estos años de su enfermedad no ha decaído ni un solo instante y no ha faltado a ningún Carnaval, confeccionando los trajes para ella misma y sus hijas, y después desfilando por las calles, a veces con la quimioterapia recién puesta, pero sacando fuerzas y siempre teniendo por bandera la frase de «aquí no pasa nada».
Desde hace ocho años ha luchado incansablemente contra ese «bicho», como dice ella. Ha recorrido un camino de lucha y valentía y desde la asociación AFECÁNCER, de la que era presidenta, de forma personal se ha volcado en ayudar a todas las personas afectadas. Cuando algún enfermo llegaba asustado a la sede de la asociación, ella siempre lo recibía con una sonrisa. Incluso se ofrecía a acompañar a los pacientes a la primera sesión de quimioterapia, dándoles fuerza y sosiego. En el Hospital Quirónsalud de Torrevieja también acudía a las reuniones de acogida y era la primera en participar dando ánimo a todos.
Luisa ha sido todo un ejemplo de superación y de ayuda, de mano tendida, de acompañamiento, para todos aquellos ciudadanos de Torrevieja que en momentos tan delicados han necesitado un apoyo, un respaldo. Algo que ella nunca dudó en ofrecer en todos los momentos, incluso en los que son muy difíciles para ella.
Se nos queda un vacío dentro enorme, únicamente comparable con la inmensidad del amor que ella ha transmitido por todos nosotros durante toda su vida. D.E.P.
Afecáncer
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