Cuando la voz casi se apaga

Es cierto que hay momentos que resultan difíciles de llevar, y, por más vueltas y vueltas que demos, la luz no aparece ni para un Jesús, que decimos por estos pagos. Y esta quincena, aquí y ahora, flaquean mis escasas fuerzas para escribir, para estar unos días más con mis posibles lectores y lectoras (tengo de los dos géneros, supongo), y lo escribo con cierto descontento, porque muchas veces somos los gritos de la ciudad, de la política, de los medios de comunicación… En definitiva, somos nuestros propios gritos. Resulta casi esperpéntico escuchar sin parar que nuestra ciudad es una ruina, que todo va mal, que es un caos, que aquí no hay Gobierno que gobierne nada, que si toda la responsabilidad de todos los males que padece esta joven ciudad es de una sola persona, y ya saben perfectamente a quién me refiero (pero, por si alguien desconoce el asunto, diré que obviamente son los comunistas, los socialistas, los republicanos…), es decir, más de lo mismo. Y venga a gritar, y venga a gritar, y no se nos ocurre frenar, parar en seco y hacer un poco de reflexión. NO, porque eso, al parecer cuesta mucho. Y lo cierto es que la ciudad está como está porque así la hemos diseñado y ejecutado durante más de treinta años. Y de aquellos polvos vienen estos lodos. Y lo que quería decir y digo es que para nada es bueno tirar de política partidista contra el hambre, contra la necesidad, venga de donde venga. Creo, e igual puedo estar equivocado, que nadie, en su sano juicio, y con responsabilidad pública, sería capaz de dejar en mitad de la calle a personas menesterosas, a niños que efectivamente no tienen nada para echarse a la boca. Estoy convencido de lo que escribo. Y no solventa el problema, tan grave como el suscitado en la ONG «Alimentos Solidarios», actuar con ligereza, por un lado, o con negligencia por otro. No creo que haya que culpabilizar (maldita palabreja) a nadie. Cuando está en juego el hambre, la necesidad más perentoria, no creo que valga el «y tú más». Por eso mi comienzo esta quincena haya sido un tanto pesimista, incluso descorazonador, por haber escuchado tanto grito, tanto enfrentamiento, tanto desasosiego. Seguro que reinará (y nunca mejor dicho, por aquello del reino de los cielos) en unos días la cordura y el problema se solventará. Seguro.
Nota final: A mí me hablan los muertos (debe de ser celo profesional) y me dicen que algo, o un mucho, no va bien cuando ocurren estas cosas.

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