El mayor temporal de los últimos treinta años ha dejado imágenes para la historia. Inundaciones, cortes de calles y avenidas, playas destrozadas, árboles y señales viarias arrancados de cuajo, y cielos propios de latitudes más escandinavas.
También ha dejado, al menos para mí, la sensación de que las cosas mejoran, que no es cierta la creencia de que la política no sirve para nada, que el político trinca la pasta y los problemas permanecen. Recuerdo los innumerables problemas de inundaciones anteriores y lo mucho que costaba volver a la normalidad tras los episodios de gota fría. Actualmente, poco después de que pare de llover, el sistema de recogida de agua funciona y alivia de manera decisiva la situación. Fruto de la planificación de los últimos años, por parte de los gobiernos de turno de antes y de ahora, y de Agamed. Todo hay que decirlo. Y el trabajo continúa. Los proyectos en marcha de nuevos colectores de recogida de aguas pluviales previstos dejarán un panorama radicalmente distinto a lo que históricamente han sido estos episodios tormentosos en la ciudad.
Aquí tengo que romper una lanza por aquellos que entienden la actividad del cargo como el de dar soluciones a los problemas que Torrevieja tiene y no en la de regodearse en la pequeñez ni en la cortedad de miras del momento puntual. Y de éstos, los primeros, hay algunos en todas las formaciones políticas. De los segundos, desgraciadamente, abundan más.
No pierdo ocasión de decir a quien quiere escucharme que el futuro y los retos de nuestra ciudad necesitan de consensos amplios, de multiplicidad de miradas, de dejar trabajar a los muchos y buenos técnicos de la administración municipal; problemas que necesitan de amplitud de miras y de formaciones políticas que no estén en el vedetismo ni en el «cuanto peor mejor», si no están en el Gobierno. Sé que clamo en el desierto. Pero llegará el día en que entendamos la mayoría que primero, Torrevieja; después, todo lo demás.
Rodolfo Carmona
Buenas personas y buenos comentarios hechos.