Fin de ciclo

Extraigo de mis viejos papeles, enmohecidos con el transcurso del tiempo, algunos simples reflexiones, breves, pero importantes para mí, amable lector. Digo que qué bonito es escribir lo que ves, después lo que piensas y finalmente lo que te dejan. Yo soy un enorme privilegiado, porque me permiten publicar lo que escribo, en un modesto medio de comunicación, pero hermoso al mismo tiempo, y al que doy las gracias por el mero hecho de existir. Pero bien es cierto que a veces te viene la autocensura -que es la peor de las censuras-, porque definitivamente te das cuenta para la sociedad que estás escribiendo. Dicho lo cual, quiero dar unas sucintas pinceladas sobre un animal político al que le ha llegado, afortunadamente, su verdadero fin de ciclo político. Y digo afortunadamente porque ha tenido la fortuna de haber podido llegar hasta aquí, salvando tantas y tantas desavenencias, tantos obstáculos, tantas censuras, tantas ácidas críticas, tantas… pero eso siempre ha ido en el cargo -tanto cuando estaba en la oposición como cuando ha gobernado con mayoría absoluta y otras con gobierno en minoría-. Sé de lo que estoy escribiendo, por supuesto; y también sé que tengo detractores, así como escasos acólitos, pero muy buenos. Sin más preámbulos, escribo del fin de ciclo de Domingo Soler Torregrosa. Creo que ha sabido -y la experiencia es un muy alto grado- decir «hasta aquí he llegado»; habrá conseguido muchas cosas y otras no habrá podido alcanzarlas. Sé que, al menos desde el año 1979, aproximadamente, ha intentado hacer lo mejor que ha sabido y podido por poner su grano de arena en mejorar la ciudad que le vio nacer. Ahora, deja definitivamente la actividad política, en un momento que se presenta un tanto convulso, con demasiadas candidaturas en liza de cara a las próximas elecciones municipales. Ya digo que, con todos sus defectos, que los ha tenido y los tiene, también ha demostrado saber estar en cada momento, momentos de máxima autoridad y momentos de menos autoridad. Es evidente que no ha pasado desapercibido, y que no ha sido indiferente ante las circunstancias de buena parte de la historia local. Creo, sin ir más lejos, que merece que algún periodista o algo parecido indague en su biografía política y vital y elabore lo que podría ser el último gran reportaje de una vida dedicada exclusivamente a la actividad política. Estoy convencido de que se lo merece. Quiero decir: un verdadero animal político digno de un minucioso estudio. Tal vez lo echemos de menos. Yo, sí.

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