Instalados en la hipérbole

La política municipal torrevejense se ha instalado en la hipérbole, en la fascinación por el artificio, en ese territorio de las grandes ligas donde juegan las máscaras de carnaval de Oruro y el alarde florentino de las intrigas palaciegas. Un camino más propio de un capítulo de House of Cards o Boss escrito por Maquiavelo y Javier Bernal a cuatro manos. El todavía sainete entre el alcalde del Partido Popular, Eduardo Dolón, el Grupo Municipal Socialista de Torrevieja, pillando por en medio a Los Verdes, es una buena muestra de ello; en algún momento, alguien tendrá que decir que el rey está desnudo antes de que la situación traspase los limites del género para adentrarse en el territorio comanche del «thriller» político.
Soy partidario del entente cordial, un convencido de la capacidad de aunar esfuerzos en la medida de lo posible por el interés colectivo. Más que dinamitar los puentes, prefiero reconstruir esos puentes. La política es precisamente eso. Pero qué difícil es tener el coraje suficiente para entenderlo, para tomar las decisiones no desde la víscera, sino desde la inteligencia; no desde la revancha, sino desde el encuentro; no desde el cortoplacismo, sino desde lo que es verdaderamente importante, la planificación de un futuro que debemos construir entre todos. Y, en ese futuro que nos aguarda, mucho y bueno tiene que decir el partido en el que milito, el Partido Socialista de Torrevieja; al igual que el resto de formaciones políticas que constituyen la corporación municipal actual. Y para que ese diálogo tenga una mínima posibilidad de producirse, no podemos caer en los errores de la vieja política, la del «o yo o el caos», la del reproche continuo, la del «cuanto peor, mejor», la de las medias verdades que siempre acaban dibujando una rotunda mentira. Hay que dejar atrás la consigna del regate corto y patada en la espinilla, desgraciadamente con tantos partidarios por estos lares. Una nefasta consigna que nos empobrece a todos.
Los grandes retos requieren nuevos compromisos, nuevos acuerdos, trabajar en consenso con el resto de partidos políticos, con los colectivos sociales, con la sociedad civil en su conjunto. La exigencia es alta. La ilusión por superar esos retos debiera serlo también. No cabe la arbitrariedad en las decisiones que cada uno de nosotros, en tanto representantes públicos, tomamos, sea cual sea el lugar que nos colocó el resultado de las urnas. O entendemos esto o no habremos entendido nada.
El rey está desnudo. Alguien tenía que decirlo.

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