Rodolfo Carmona
Y pasó Dana por la provincia de Alicante, Murcia y otros puntos del levante español. Concretamente, en la Vega Baja dejó un reguero de destrucción, un aquelarre de fango y agua que fue destrozando todo lo que se puso por delante. Días y noches de miedo, horas interminables de lluvia torrencial, aparato eléctrico, truenos y viento; que convirtieron la Vega Baja en el escenario de una pesadilla apocalíptica, donde la furia de los elementos puso a prueba el coraje y la capacidad de resistencia de una tierra y unas gentes acostumbradas a la lucha y a soportar con entereza y sabiduría de siglos lo que venga, por muy torcida que venga la cosa.
Entró por el mar y pareció verter el Mediterráneo entero sobre la tierra. Había anticipado su entrada con un cenizo añil sobre el horizonte y un alarde de rayos. En los telediarios hablaban de un embolsamiento de aire frío en cotas altas, un fenómeno meteorológico que provoca lluvias torrenciales, brusca bajada de temperaturas y fuertes rachas de viento, pero no nos imaginábamos que vendría con un infierno de agua baja el brazo y ningún reparo en liberarlo.
Las imágenes y consecuencias de su paso han sido dantescas. La gota fría más catastrófica de los últimos ciento cuarenta años asoló la comarca. La lluvia cedió paso al río y éste no reparó en gastos a la hora de romperse en su desnortado sueño amazónico de azarbes, bancales y acequias. La peor de las alternativas estaba sobre la mesa.
Pero esta desgracia ha puesto de manifiesto, una vez más, las virtudes de un comarca noble, orgullosa de su origen y sus pueblos, valiente, acostumbrada, no resignada, a los envites de la climatología y el río. La solidaridad saltó a la vega desde el minuto cero, sin importar agua y lluvia, dificultades y peligros. El dolor está, el miedo y la desolación de quienes lo han perdido todo bajo el paso del barro y el agua, también. Pero un rumor de afirmación de lo que somos, de que, nos golpeó duro, sí, pero no nos ha vencido, nos levantaremos de nuevo, recorre de norte a sur y de este a oeste todos los pueblos y rincones de la Vega Baja. Un grito colectivo que lo deja bien claro: si cae uno, caemos todos.
Es tiempo de reconstruir lo que el agua se ha llevado por delante. Tiempo de acompañar y de solidaridad. Pronto habrá que analizar, sacar conclusiones y planificar el futuro, pues el aumento de la temperatura del Mediterráneo hará más frecuentes y peligrosos estos fenómenos meteorológicos; consecuencias del cambio climático que algunos descabelladamente aún pretenden negar.
No quiero terminar estas palabras sin mostrar mis condolencias y respeto a los familiares de los fallecidos y mi solidaridad con los vecinos afectados. Tampoco quiero olvidarme del extraordinario trabajo de la UME, Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, Protección Civil, Cruz Roja y los cientos de voluntarios que se han dejado la piel en mitigar el sufrimiento de toda una comarca golpeada por la gota fría. La gota fría más devastadora de los últimos ciento cuarenta años.
Gracias a todos y fuerza Vega Baja.
Cero euros ejecutados en el plan de avenidas del río Segura en 2018. Gastamos el dinero para impedir el uso del castellano en la Vega Baja.
Y mucho Falcon.
Porca miseria y fan culo