Entre el ruido y la furia

Cuando todo queda muy lejos ya, y olvidamos que el ruido y la furia vienen de siempre ocultando restos de sangre entre las uñas; cuando se grita «traidores» desde los púlpitos de la exageración a un Gobierno legítimamente elegido, a un presidente que ha ganado las elecciones, la política se asemeja a un estercolero de infamias y discursos gruesos donde los Smith, Álvarez de Toledo y Quim Torras de turno toman el té por peteneras.
Cuando todos parecen dispuestos a enriquecer uranio sin reparar en las posibles consecuencias, no queda otra que reinterpretar todo lo que creíamos saber sobre la utilidad de la política.
En las calles está la escuela de la vida y en ellas se sabe que nunca es buena hora de repartir culpas y que algunos no han terminado de purgar los pecados de juventud ni han aprendido a hacer la o con un canuto. Y ha llegado el momento de alzar, no la voz ni la mentira, sino la palabra, ésa que nos lleva al entendimiento y a la voluntad de hacerlo con el otro, con el diferente, con el que opina distinto de nosotros. La política debiera ser el territorio de encuentro de los adversarios, de acercar posiciones, no el lugar donde se señala al otro como enemigo y se le cierra la puerta en las narices. Eso no es política. Es otra cosa muy distinta.
A nadie se le escapa la encrucijada histórica en la que estamos, donde la trampa retórica del nacionalismo periférico, que tan buenos resultados le ha dado al mismo, parece haber calado en Europa, sumado a la manifiesta incapacidad de los partidos constitucionalistas en alcanzar acuerdos, no ayuda a serenar el escenario.
Cabalgan los viejos demonios sin hartura, donde el estruendo interesado impide aceptar la evidencia de que en Cataluña existe un problema de índole político, que es necesario abordar desde la política. Que conviene no olvidar ha sido alimentado en parte por sucesivos gobiernos tanto del PP como del PSOE, donde se ha abandonado al Estado a su suerte en esas comunidades. Pero nos hemos instalado en una habitación sin vistas. Como si esa España empeñada en darle la espalda a esa otra España que piensa y siente diferente, hubiese ganado la batalla.
Las leyes necesitan sus lindes, sus reglas de juego precisas, los sentimientos necesitan mediación. No se trata de vencer. Se trata de convencer.
La España de los afectos como solución, frente a la España de la crispación como problema.
En Torrevieja el PP sigue con su nada por aquí, nada por allá, cuatro directores generales de la chistera. Pero viene Leticia Sabater a pregonar el Carnaval. Nada por lo que preocuparse. El circo sigue la función.

7 comentarios

  1. «Gobierno legítimamente elegido» ???

    A ver, Donnadie: acepto la legalidad de origen de este gobierno, dada la aritmética de un voto más a favor que en contra en segunda votación, más no su legitimidad.
    El Principio de Legitimidad es un concepto invocado por el gobernante no solo para gobernar, sino también para ser aceptado por el sujeto político colectivo.
    Esto es, para ser admitido por el cuerpo social no basta con tener una mayoría de sufragios y apoyos expresado en números, sino que hace falta algo más, mucho menos tangible, de suerte que no sería aceptable aquel gobernante por ej. que se haya encaramado al poder de forma artera, con trampas y subterfugios: por ejemplo, una moción de censura no constructiva amparada en una sentencia capciosa, pretextando limpieza y lucha contra la corrupción, teniendo en el propio partido más casos que el adversario, abusando de los medios del Estado en beneficio partidista (viernes sociales, BOE, exhumaciones interesadas, etc), en connivencia con partidos que persiguen fines espurios (ocios comunistas y separatistas condenados por delitos de sedición y malversación), yendo a segundas elecciones falsariamente (para evitar las largas noches de insomnio, pero he aquí en horas 24 se produjo el abrazo de la dormidina, ninguneando al Rey), etc.
    En los regímenes democráticos se invoca el hecho de haber sido elegido por el pueblo, de ser aceptable en la alta dignidad del gobierno (legitimidad de origen) y de gobernar de acuerdo a las aspiraciones del mismo con respeto de la Ley (legitimidad de ejercicio).
    De todo eso Usted no tiene ni idea y este Gobierno, socio de golpistas, tampoco.

  2. «en Cataluña existe un problema de índole político»

    A ver, Donnadie, explíqueselo al PSOE (no a mí, a su PSOE), que durante dos campañas electorales en todo un año 2019 decía, juraba y perjuraba que el problema de Cataluña era de orden público y de convivencia.

  3. Para Donnadie los problemas no se solucionan con la aplicación de la Ley y el restablecimiento de la legalidad conculcada, se solucionan con afecto. Por eso, como hace una década un señor que escrutaba nubes le puso talante al tema, es que no se ha producido el intento de golpe de Estado.
    Pues sí se ha producido, y continúa, ahora amparado desde Madrid a cambio de investidura y presupuestos. Esa es la realidad.

  4. Muy mal, Rodolfo. Esta vez has soltado las riendas a tu mitad roja radical que llevas dentro. Hace tiempo que no la sacabas a pasear. Quizás haya sido por haber recibido alguna consigna de la superioridad.

    En cualquier caso, se me abre la boca cuando dices que el problema de Cataluña es de índole política. Que tu amado líder, Sanch-jong-un, diga ahora que así lo es entra dentro de la normalidad, habida cuenta de su contrastada capacidad de mentir y mentir sobre lo ya mentido. Pero que una persona como tú, del pueblo, leído, sin ambiciones exorbitadas, asienta a tamaño disparate es lo que me acongoja y sobresalta.

    No te engañes, que no nos engañen. El gobierno catalán decidió independizarse de España violentando la Constitución, el estatuto de esa autonomía y decenas de leyes. Fue un golpe de estado que pretendía subvertir el ordenamiento constitucional que rige en toda España. En consecuencia, los organismos estatales competentes reaccionaron de acuerdo a la legalidad, deteniendo a los golpistas delincuentes y restableciendo la normalidad legal y democrática en esa comunidad. Punto final.

    Ahora ha aparecido un sujeto, tu amado líder, cuya ambición personal no tiene fin, que ha revivido las expectativas de los golpistas, y que hará eso y todo lo que sea necesario para mantenerse en la poltrona.

    Y lo demás son más mentiras.

  5. «Suena el teléfono y es mi madre. «Chiguito… ¿Dónde estás?». «Escribiendo, mamá». «Ya estás con tus «tontás», Rodolfo», me dice.
    No hay como una madre para darte una bofetada de realidad en toda la boca».

    Hágale caso

  6. Por menos que ha hecho Sánchez están haciendo en EE.UU un impeachment (juicio político) a Tump (justo lo que ha sugerido el socialista García Page).

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