Remember

Hoy quisiera recordar a viejas glorias, que las nuevas generaciones apenas sí conocen. Voy a empezar por Juan Ramón Jiménez y poner un pequeño detalle de su obra cumbre, «Platero y yo»: «No te he dicho, Platero, que el alma de Moguer es el vino, ¿verdad? No, el alma de Moguer es el pan. Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro, como el migajón, y dorado en torno… ¡Oh, sol moreno…! Como la blanca corteza. A mediodía, cuando el sol quema más, el pueblo entero empieza a humear, a oler a pino y a pan calentito. A todo el pueblo se le abre la boca. Es como una gran boca que come un gran pan. El pan se entra en todo: en el aceite, en el gazpacho, en el queso y la uva, para dar sabor a beso, en el vino, en el caldo, en el jamón, en él mismo, pan con pan. También solo, como la esperanza, o como la ilusión. Los panaderos llegan trotando en sus caballos, se paran en cada puerta entornada, tocan las palmas y gritan: «¡El panaderoooo…! Se oye el duro ruido tierno de los cuarterones, que, al caer en los canastos, que brazos desnudos levantan, chocan con los bollos, o las hogazas con las roscas. Y los niños pobres llaman al punto, a las campanillas de las cancelas o a los picaportes de los postigos y lloran largamente hacia adentro: «¡Un poquitillo de pan…!»».

Kartaojal

P.D.:
¡Cigarra, dichosa tú,
que sobre un lecho de tierra
mueres borracha de luz!
Federico Garcia Lorca

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