«Gatomakia»

No es habitual mezclar gatos y política… pero yo lo estoy intentando, otra cosa bien distinta es que obtenga algún resultado.

Fue paseando por una de las zonas donde acampan gatos callejeros (yo las llamo “gatomakias”) cuando tuvimos ocasión de cruzar una conversación esporádica con personas amantes de los animales, precisamente en el momento que realizaban una de sus apariciones para dar comida e incluso medicación a estos animales. Se puede observar, igualmente, que en algunos otros lugares donde los gatos habitan se les suelen disponer comida y agua por parte del propio vecindario. Conversando con la persona que mejor dominaba el lenguaje español, son residentes extranjeros, tuvimos ocasión de compartir alguna información. Conocimos del esfuerzo que realizan para el cuidado de estos pequeños animales sin techo. Esto suponen una dedicación y un gasto para sus propios bolsillos, y para el mío (yo también suelo llevarles comida dentro de mis posibilidades). Pero ya se sabe: “Palos a gusto no duelen”. En definitiva, son buena gente, concienciada, sensible y en nada parecen egoístas ni soberbios.

¡La verdad!, yo me siento más reconfortado al ver personas compasivas en el planeta esquilmado. Habla que te habla, les sugerí la posibilidad de organizarse como agrupación para fundar un partido político animalista (ya se ha hecho en algún que otro lugar con resultados diversos) que se presente a elecciones. Aquí, tendría que desatarse la sonrisa irónica o la carcajada burlona de aquellos que ven en esta idea algo insustancial, descabellado o carente de fundamento político; sobre todo por los convencidos que la política les pertenece exclusivamente a ellos. Sinceramente, no me parece tener tanto lector para que se diera tal extremo. Así que le doy para adelante.

Independientemente de la encomiable tarea que realizan estas personas, altruistas y bien obrantes, para nada es irrisorio pensar en fundamentar una agrupación política que pongan encima de la mesa asuntos o proyectos que sus miembros consideren de legítimo interés para la defensa de los animales y el medio ambiente. Cualquier persona que se dedica a la política profesionalmente te dirá: «Yo soy un representante del sector de población que me ha refrendado en las urnas», y cuando se repartan los puestos de poder se acabó la política para el resto de mortales y “punto pelota”. Pero, ¿qué pasa con los animales que no pueden hablar con palabras ni pueden votar, aunque ellos forman parte de nuestras familias queridas? ¿Quién habla por ellos? De acuerdo, no todos tienen mascotas, ni a muchos les gustan los animales o su único medio ambiente es la pantalla que llevan perpetuamente entre las cejas. Nada que objetar con eso.

Las cosas cambian, no siempre son de manera perpetua. Tampoco encontramos incompatibilidades, a menos que las busquemos. La política y hacia quién se dirige su influencia también puede variar. No es patrimonio de los partidos establecidos, ni de sus estructuras de poder. La política puede y debe hacerse también desde abajo, descentralizada y libre de servidumbres. Igualmente, puede realizarse desde acuerdos, visibilizando a los más dependientes, pero conjugando o atendiendo sectores y empresas profesionales; que algo tienen que decir desde los diversos ámbitos relacionados. La palabra mágica “sostenibilidad” acompaña cada día a más productos y servicios, pero ese concepto o se demuestra y desarrolla o se convierte en mero sello publicitario: papel mojado.

No se puede mirar únicamente desde la perspectiva de partido clásico, estructurado jerárquicamente, donde los capos llevan la voz cantante y los soldados y generales rinden vasallaje a ultranza, hacen de palmeros mientras cierran el pico engordando las filas de las facciones en vigencia y nutren al partido con la intención de obtener algún beneficio personal. Todos obedientemente abrazan la versión oficial demandada desde los “pesos pesados” del partido: actores protagonistas ante el escenario, y los que mueven los hilos en el “obscenario” (detrás del escenario) que muy pocos ven y que ordenan a los actores principales. Con el tiempo todos van desapareciendo. Aunque el propio sistema se encarga de buscar repuestos más jóvenes, vitales y actualizados. Se trata de dar continuidad a las estructuras propias de poder en vez de buscar sabiduría.

Incorporar sensibilidad “animalista_ambientalista” es algo más que una necesidad. Pensemos en la Tierra como ser vivo consciente, al que debemos cuidar y no solo explotar en beneficio propio. Todo está relacionado, mantener el equilibrio es el reto. Cuando la cadena que sustenta el peso rompe por su eslabón más débil toda la carga se precipita al vacío. Las actitudes e intereses codiciosos son letales y se demuestran contraproducentes a medio y largo plazo.

Podemos mirar desde la perspectiva de la recuperación de los espacios ensuciados, llenos de basuras plásticas sobre los que nadie quiere competencia alguna y por ende nadie limpia, dejándolos caer hasta que no quede más remedio que limpiarlos. Hay mucha gente en el paro, a algunos NO se nos caerían los añillos para formar parte de cuadrillas de limpieza que actúen donde los servicios de recogidas tradicionales de basura subcontratados por los ayuntamientos no llegan. Eso , de realizar esta tarea sería como actividad laboral organizada y renumerada, cómo la de todos, prestando un servicio a la sociedad y al propio planeta. Por mucho que las campañas propagandistas alienten a jornadas voluntarias de limpieza ecológica de los espacios degradados por basura (que ponen en peligro la supervivencia de otras especies) la gente no acudirá voluntariamente a limpiar las zonas anegadas de basuras plásticas que otros dejaron descuidadamente allí. Habrá que limpiar la Tierra, también el mar. Tendrán que dedicar presupuestos si quieren un medio ambiente limpio o sencillamente nos comerá la mierda. Así de simple. Ya no hablamos de los excrementos de los animales que sus dueños han decidido que coleccionemos en fachadas y vías urbanas, plazas y jardines. Todo está sembrado de mierda de perritos. El abono ya lo tenemos, ahora falta el agua y se producirá el milagro del vergel.

Existe una creencia absurda y contraproducente referida a que la limpieza no es negocio, no es una inversión. Eso es un error de bulto. Ya nadie quiere revolcarse en suciedad y menos en épocas pandemistas. La limpieza es salud. Estamos sucios por antiguas y flagrantes actuaciones de industrias que vierten sin pudor aquello que polucionan la vida de todo ser vivo, poniendo en peligro la existencia misma. Nadie, o muy pocos se atrevieron, con los poderosos intereses de los que para obtener su beneficio ponen en peligro la salubridad de muchos ecosistemas que ahora están estresados y al borde de la extinción. Pero lo peor es que no se ven esfuerzos, ni se dedican presupuestos económicos para restaurar y limpiar los espacios vitales que han sido seriamente dañados. De seguir así no quedará con quien mercadear ni obtener beneficio alguno.

Los partidos tradicionales se organizan de forma piramidal desde arriba hacia abajo. De arriba se recogen los beneficios y prebendas y desde abajo las obligaciones y esfuerzos (ya tuve mi época militante en varios partidos y únicamente obtuve gastos, calentamientos de cabeza, tareas sin remuneración o disgustos, por lo que sabiamente interpreté que la política no es para mí).

La propuesta política, que un sin partido como yo se atreve a formular, no tiene que ver con derrocar gobiernos, pero sí con el ejercicio de una democracia que consiste en la igualdad necesaria para poderse representar a uno mism@, bajo una idea o concepto (listas abiertas), respetando a su vez otras ideas. Me he autoconvencido que algo así podría desarrollarse por personas capaces. Al mismo tiempo, he observado la creciente cantidad de animales de compañía a los que sus dueños defienden y quieren (¡»a muerte»!). Pensamos que algunos tendrían sensibilidad para intentar (mediante voto democrático) dotar al espectro político de una “representación” animalista y medioambiental centrada en cuidar nuestros entornos urbanos y naturales (y no tan naturales) a la vez que se adopta una forma organizativa asamblearia pura y dura como expresión de decisiones políticas. Algo más que la mera gresca política, presupuestaria o clientelista. Y lo que sería más inusual, conectando entre sí a unas agrupaciones locales formadas por residentes internacionales para cuidar y defender a la Madre Tierra en un equilibrio verdaderamente sostenible. Empezar por algo tan nuestro como las entrañables mascotas representarían el principio. Con la creciente sensibilidad hacia los inestimables animales de compañía, con algún que otro desencantado de las experiencias políticas vividas, junto a otras gentes concienciadas y contando con aquellos que no tienen hipotecas políticas o van por la vida sin ataduras de partidos centralistas ni servilismo estomacal alguno un partido político de esta guisa podría alcanzar…  ¿quién sabe?

En cualquier caso, dar las ¡GRACIAS! a esas personas que desinteresada y anónimamente cuidan de los gatos callejeros.

                                                                                                                                     Antonio Vicente Espuch

 

9 comentarios

  1. Leído en Internet hoy: «Si matas a un águila, es un delito medioambiental. Si lo hace un molino, es el progreso»

    Si matas a un nasciturus (niño por nacer -para víctimas de las leyes de educación socialistas-) son derechos reproductivos, si matas a un gato es delito grave contra el bienestar animal.

    Os vayáis adonde yo os diga…

  2. Hola Antonio!
    Lo que tú propones es un partido perri-gatista, no animalista. Un partido animalista debería velar por el respeto de todos los animales de este planeta, incluidos los animales humanos. Existe un partido así a nivel nacional, que a pesar de incrementar votos y tener una trayectoria ya de muchos años, nunca ha conseguido ni tan solo un españo. Más que nada por la ley d’Hont. Aun así, es mucho más eficiente mirarse detalladamente los programas electorales de los partidos ya existentes y tal vez más de uno se sorprendería…. Pues eso, más vale voto útil que voto tirado a la basura.

  3. Entonces, ¿usted se apuntaría a un Partido fundado por nosotros, en el que La Cuestión Animalista ocupara un tercer o cuarto lugar en importancia sin perder un ápice del respeto que usted mismo la tiene.?

  4. Me dicen los afectados por la recién perpetrada ley de bienestar animal, que parece redactada en un frenopático y que es de imposible cumplimiento. Esperemos que se dé audiencia a los interesados y sobre todo a los que saben de animales, que hay lumbreras emboscadas en esos partidos que tiembla el misterio.

  5. Aporto prueba leída en Internet:
    «Las prohibiciones, obligaciones y multas más polémicas de la ley de Bienestar Animal de Ione Belarra
    Las infracciones graves, como permitir que una perra se quede preñada, conllevan sanciones de hasta 50.000 euros».
    libertaddigital.com/espana/politica/2022-10-11/las-prohibiciones-obligaciones-y-multas-mas-polemicas-de-la-ley-de-bienestar-animal-de-ione-belarra-6941216/

  6. La política es la actividad que tiene como objetivo la preservación de la sociedad mediante la promoción del buen orden. En este sentido la mayoría de partidos y organizaciones políticas son completamente distáxicas. La distaxia es un término médico que define la dificultad para dirigir los movimientos voluntarios. Organizaciones políticas distáxicas son aquellas incapaces de ordenar correctamente y preservar la supervivencia de nuestra sociedad. Unos ejemplos de distaxia en política: 1. Que no exista una izquierda nacional, solo izquierdas separatistas.
    2. Que no exista un europeísmo nacional, solo europeísmos globalizadores.
    3. Que el animalismo en vez de ser realista sea un animalismo sensibilista (los presuntos derechos y sentimientos de los animales por encima de los humanos).
    4. Que el humanismo político se haya tornado en deshumanización de la política.
    Etc…
    Te voy a decir dos cositas:
    1º) Que te has convertido en un partido distáxico, pues
    2º) Yo me voy a VOX.
    Esto es muy fácil; esto es VOX

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