Rodolfo Carmona
Concejal no adscrito del Ayuntamiento de Torrevieja
Hay cuestiones que son “blanco o negro”, no tienen término medio, están absolutamente claras. Cuestiones por las que es necesario dar la cara si uno está en lo que tiene que estar, si uno defiende desde la independencia y la libertad los intereses de su ciudad por encima de cualquier otro.
En la infancia y más allá de ella, muchos hemos escuchado en determinadas ocasiones la recomendación de nuestros mayores: “No te metas en líos”, “No hables de los que están en el poder y pueden hacértelo pasar mal”. Y no les faltaba en parte la razón. Los que mandan siempre tienen el látigo preparado, la sentencia dictada, la venganza servida en bandeja de plata helada.
Tal vez ningún lío, como las guerras, sea bueno, pero hay batallas en las que mantenerse lejos es peor opción que participar en ellas, que mancharse las manos y el corazón de barro, de sinsabor y esperanza por luchar por lo que se cree, por aquello que reclama todo un pueblo, toda una ciudad. No hay color entre optar por una u otra opción. No hay lugar para la cobardía, la tibieza o las medias tintas.
Por eso, no puedo entender el injustificable silencio del conjunto de la corporación municipal -a excepción del concejal Nacho Torre-Marín y yo mismo- ante la invitación enviada por el portavoz de Sueña Torrevieja, Pablo Samper, para levantarnos todos a una, para exigir a la administración central, desde la unidad, y con la participación de todos, el urgente desdoblamiento de la N-332.
Y cuando hablan de ello, como Eduardo Dolón en estos días, es para echar la culpa a los demás y a glosar las virtudes del PP alicantino y valenciano y a cantar las cuarenta a todo pobre hijo de vecino, con lo cual no resulta creíble. Y si sumamos lo importunas de sus palabras, al coincidir con la petición de la fiscalía anticorrupción al expresidente de la Generalitat Valenciana, Eduardo Zaplana, peor se pone la cosa. En concreto, diecinueve años de prisión, diez de inhabilitación y cuarenta millones de multa por el caso “Erial”.
Pero el juego de la retórica política, en la que a todo se le da la vuelta y se suele matar al mensajero a poco que se despiste, trata de sacar flores, ventajas y prebendas en lo que solo es un erial para malabaristas del escaqueo, saltimbanquis de la indecencia y prestidigitadores de “el año que viene lo tenemos”. Contumaces buscadores de fortuna a la cacería del voto con el que prolongar su tiempo de moqueta, despacho y coche oficial.
Los demás, la gente de a pie que siente, escucha, contempla y sueña por la herida, seguirá, seguiremos siendo, carne de atasco, olvido y desilusión. Something is rotten in the state of Denmark, le dijo Marcelo a Hamlet. Algo huele a podrido en Dinamarca. Algo huele a podrido en las aguas estancadas de la política. Es hora de comenzar a mandar a la punta del faro a más de uno. Torrevieja necesita el desdoblamiento. ¿Cuándo se darán cuenta los partidos “grandes” que sus intereses partidistas, sus batallas por ganar a toda costa la Diputación, la Generalitat, la Moncloa, no pueden, no deben perjudicar a Torrevieja como lo han venido haciendo hasta ahora?
Los nuevos conversos suelen ameritar y radicalizar más que ningunos otros, tal vez para hacerse perdonar más pronto antiguos pecados.