Desde mi experiencia, de lo observado, de lo leído, de lo escuchado a los mayores de la agrupación y de lo sufrido en carne propia, ser dirigente del partido socialista local es una mezcla de orgullo y desazón. Lo de orgullo no hay que explicarlo para entenderlo. Lo de la desazón lo digo por ese casi metálico velo de incomprensión y desgana con que se cubren los que, una y otra vez a lo largo del tiempo, nunca han compartido ni legitimado las votaciones que no ganaban. Es una sensación supongo que lo más parecido a la que debe de sentir un entrenador de fútbol a punto de ser cesado, en la que no falta el descerebrado con el grito importuno del que se cree guardián del santo Grial del socialismo. Nunca he sentido el menor respeto por los expertos en esperar el error ajeno con la secreta esperanza de ver pasar el cadáver político de quien sea. Por contra, guardo un sincero afecto, si no por todos, sí por la mayoría de la larga lista de nombres que sufrieron su particular «via crucis», justificado o no, en la Casa del Pueblo.
Esos ayeres de camarillas y conversos de Caín debe quedar atrás, más que nada porque ya sabemos cómo termina esa parte del cuento.
Repetir los errores del pasado, los usos y costumbres de la cara de perro, de la noche toledana. Esa política de los egos por encima del nosotros, la política que sólo tiene el afán de tachar nombres de una lista y el odio y la estupidez como estrategia última, sería el preludio del fracaso socialista en mayo de 2019. Y eso, comprenderán, no puedo dejar que pase sin levantar la voz. Aún a riesgo de que me sugieran pasar una temporada a galeras.
Estas primarias celebradas en el PSOE de Torrevieja han dejado un candidato: Andrés Navarro. El candidato a la Alcaldía de todas y todos los socialistas torrevejenses. La aceptación de ese resultado de las urnas por parte de Javier Manzanares ha sido ejemplar en términos democráticos. Y de la que algunos deberían tomar buena nota.
En política, tan importante como ganar es saber perder. Y ahí, Manzanares ha demostrado sosiego y lucidez, un poso irrefutable de madurez política que crecerá en los próximos años. En cuanto a ganar o perder, es condición fundamental entender hasta qué punto se ha ganado o se ha perdido para no entrar como elefante en una cacharrería. En esto, como en todo, siempre es cuestión de encontrar el punto de equilibrio.
La alta participación en estas primarias socialistas es prueba evidente de que el trabajo hecho por esta agrupación y por su ejecutiva desde su elección por la militancia no estaba equivocado y debe seguir su ritmo. Es tiempo de mantener la cordura y la memoria; la generosidad y los ideales. Que nadie dude que la ilusión generada no podrá mantenerse fuera de la unidad de acción de todos en pos de un mismo objetivo: que el PSPV-PSOE de Torrevieja vuelva a ser el partido más votado por la ciudadanía y, consecuencia de ello, Andrés Navarro sea el próximo alcalde socialista de Torrevieja.
Errar en esto, no nos lo podemos permitir.
El futuro con algunos es la cueva y el transitor a pilas