Rodolfo Carmona
En lo político, en lo social, en lo literario, en definitiva, en lo humano, soy lo que viene en llamarse un mestizo, un habitante de la frontera que no reconoce frontera alguna; un señalado por unos y por otros porque no entiendo, o no quiero entender, las razones de los que se empeñan en dividir el mundo entre unos y otros, entre buenos y malos; a pesar de que son abrumadora mayoría los que defienden en sus estatutos de limpieza de sangre ideológica que para estar en política tienes que formar parte de las camarillas y sanedrines del más ambicioso del momento. Y, oh sacrilegio, pienso que la razón no está siempre de una lado solo, y que los problemas se solucionan mejor con la conversación que con la imposición.
Pero, desgraciadamente, la geografía de la cosa pública, tanto en lo nacional como en lo local, parece ser terreno abonado para la confrontación, para las líneas rojas, para la pureza de sangre del no decidir o decidir siempre a favor de inventario por el qué dirán, para la cobardía del no pasar el punto de control de lo políticamente correcto que en cada coyuntura se impone. Veasé las posiciones de cada grupo en el proceso de investidura de Pedro Sánchez, en donde nadie tiene el coraje de tomar el toro por los cuernos.
En estos tiempos en que hasta una publicación en el timeline de Twitter y Facebook puede pasarte factura veinte años después, no resulta nada extraño que la osadía en las decisiones de los políticos brille por su ausencia y todo hijo de vecino se atrinchere en el argumentario que cada formación política reparte como el santo grial de sus esencias.
La libertad del político a título individual está en entredicho, cuestionada a más no poder. Y tomar decisiones en el ámbito de actuación que cada uno tiene conlleva el riesgo de perderlo todo si alguien considera que se ha ido en contra del Partido con mayúsculas. Lo pasado con Manuel Vals en Barcelona es fiel ejemplo de lo que quiero transmitir.
Decidir entre lo que se considera necesario por convicción frente a los intereses puntuales de quien o quienes están al mando en un momento dado del partido político o del grupo parlamentario o municipal del que se forme parte, es el estrecho desfiladero por el que es muy difícil transitar, siempre con la espada de Damocles dispuesta a cortar la cabeza de incautos e inocentes. Y no hace falta irse muy lejos para encontrar otros ejemplos en donde decidir es siempre un pasaporte al Olimpo donde los puros, donde los pistoleros del O.K. Corral, reservan plaza a traidores e inmundos miembros de la sacrosanta cofradía de la libertad individual, de los que no aceptan el juego fácil y tramposo de ellos o nosotros.
Reivindico en estas páginas el derecho a la libertad última, aquella que consiste en equivocarte con los errores propios y no con los errores ajenos; y asumir las consecuencias de las decisiones que uno toma. No hay más camino, en la vida y en la política, que el del libre albedrío. De ese necesario y tortuoso camino que nos trajo de Atenas los espasmos inaugurales de la libertad no quiero salirme.
Rodolfo, más exacto hubiera sido el titular a esta colaboración tuya como «Oda al Liberalismo». Bienvenido al lado oscuro de la Fuerza. No tengo nada que decir esta vez. Solo apuntar que el ejemplo de Manuel Valls, aunque bien traído, podrías haberlo complementado por tantos y tantos socialistas, comunistas, podemitas, verdosos y peperos, sin duda.
¿Pedro Sánchez, ese que está atrayendo la crisis a velocidad de vértigo, hace vida privada a bordo del avión presidencial y que pacta su investidura y Navarra con los herederos de Batasuna-ETA?
Sr. No, lo primero que le voy a decir es que el avión donde viaja el Presidente del Gobierno es el mismo que han VIAJADO TODOS los Presidentes desde que tenemos democracia, le diré algo más Rajoy utilizaba un helicóptero de la armada para sus campañas electorales, lo prueba el accidente que tuvo con Esperanza,
En cuanto a la investidura pregúntele a Sr. Maroto que pacto con Bildu 192 veces y decía que todos los votos representaban al pueblo y que había que normalizar estos acuerdo lo decía él no yo,
En cuanto al artículo diré; llevo militando 39 años en el PSOE y 5 años en el PSF y nunca he pertenecido a camarillas y sanedrines, mantengo intacta mi ideología Cristiana Socialista del PSOE a pesar de que nunca he estado en listas electorales y ningún miembros de mi familia a sido empleado en instituciones públicas, Buenos día
«…ideología Cristiana Socialista del PSOE…»
¿No ha pensado en buscar ayuda profesional?
Tan cristianos, que antes y durante la Guerra Civil asesinaron o propiciaron el asesinato de 7500 cristianos.
A otro perro con ese hueso